Noelia Muíño (Lardeiros, O Pino, 1992) se declara una "exiliada". Precisamente, desde el exterior, desde Nueva York, esta gallega ha preparado el trabajo que triunfó este año en el Festival de Cans. En el certamen con mayor agroglamour del planeta, el cortometraje "The widow", "La viuda", fue el que cosechó el mayor número de premios: tres, al mejor guión, mejor realización y mejor dirección de fotografía.

Muíño, de 27 años, presenta un currículo labrado y abonado que crece vigoroso. Tras estudiar Comunicación Audiovisual en Compostela y Turquía, trabajar en este último país así como en Barcelona en películas y series de animación como la segunda entrega de "Tadeo Jones" -que logró un Goya-, empaquetó sus pertenencias para cruzar el Atlántico y asentarse en la ciudad que nunca duerme. Allí, está pendiente de realizar el tercer año del Máster de Dirección de Cine con una beca de la Fundación LaCaixa, además de trabajar como editora de vídeos para "The New York Times".

Precisamente, para el segundo curso, realizó el cortometraje "The widow". "Lo grabamos en el Wyckoff Museum, que está en Brooklyn. Es la casa más antigua de Nueva York, pero está en la ciudad", explica por teléfono desde Estados Unidos.

La pieza, impecable, nos presenta a una joven, de nombre Virginia, en una época anterior, que se queda viuda y tiene que empezar a afrontar la presión de la comunidad masculina. "La idea vino por una historia que vi en Facebook. Alguien que contaba que su madre, con 25 años, se quedó viuda de joven con tres hijos. Relataba que antes,al quedarte viuda, te quedabas como expuesta al mundo. Hombres venían a llamarle a la puerta, incluso casados, que acudían con la idea de hacer con ella lo que quisieran. Ella, sin embargo, se manejaba muy bien manteniendo a estas personas fuera de la casa. Me impactó y quería reflexionar, no mirar hacia el pasado como si fuesen personas distintas a nosotros, sino pensando cómo me sentiría yo con 25 años y en una situación así", relata.

Para ella, triunfar en Cans es un sueño, "porque era el festival que veía de pequeña en la televisión. Siempre recuerdo pensar que era una cita muy divertida. Es un festival muy importante para los que nacimos en una aldea y, después, nos fuimos a vivir a una gran ciudad, porque pone en valor lo rural. Me gustan las ciudades, pero es una filosofía distinta. Me parece bonito que pongan en valor a los cineastas que venimos del rural".

Su historia triunfadora en Cans también ha logrado premios en el Festival de Cine de Alicante, el OUFF de Ourense y el M de Cine, además de proyectarse en el Festival de las Artes de Nueva York y el Lux et Lex de Lancaster, en Pensylvania.

De Nueva York, la realizadora dice que es "una ciudad dura" en la que sintió "morriña" de su tierra. Noelia piensa en la nueva cosecha. Sin dudas, asevera que le gustaría sembrar en Galicia. "Tengo ganas de rodar cosas allí. Aquí, llama mucho la atención porque les enseño fotos de las aldeas, alucinan. No se imaginaban que España fuese así. Les digo que hablamos gallego, nunca saben de Galicia. La gente tiene mucha curiosidad".

"El próximo proyecto mío que veréis será seguramente el corto. Se llama "Monte Bravo." y es una pieza de época grabada en Galicia y en gallego", detalla.

Sobre el triunfo de Oliver Laxe en Cannes, señala que sus películas "son las que te gustan ver para recuperar el rumbo", al tiempo que defiende "la forma genuina de trabajar" para que "la gente lo disfrute (...). Para mí, el premio a Laxe en Cannes es un mérito y algo de lo que tenemos que estar orgullosos porque visibiliza ese tipo de culturas un poco periféricas como la gallega, que está un poco aislada del panorama comercial internacional".