"La libertad no existe. Hay intereses de todo el mundo. Solo existe la libertad individual de cada uno". Así se expresó ayer el periodista Andrés Aberasturi en la conversación que mantuvo ayer en el Club FARO con el periodista Fernando Franco. El comunicador vasco reconoció, sin embargo, que él nunca ha escrito sobre algo que fuese contrario a sus ideales. "Nunca he escrito de algo que sobre lo que no quisiera escribir, pero sí he dejado de escribir sobre algo de lo que sí me hubiera gustado hacerlo", comentó.

Aberasturi habló de esos detalles del día a día que construyen la existencia de cada uno y sobre los que reflexiona en su libro "Poesía de la vida. 187 reflexiones sobre las grandes y pequeñas cosas" (La Esfera de los Libros), de sus obsesiones -que tiene muchas, confesó-, de qué le interesa y también de aquello que enerva la sangre -el terrorismo, la injusticia social, el drama de la migración- y contra lo que clama en las páginas de estas reflexiones como una forma de liberación. "Hay tantas injusticias. Ves el mundo y es tan duro, es tan irresponsable, tan impresentable", reflexionó en voz alta.

También habló de su oficio, el de escribir, doloroso, dijo, contradictorio. Reconoció que le fascina la palabra, cómo surge y lo que significa tanto su presencia como su ausencia. "La palabra no solo es la escrita; también es el diálogo amoroso, cómo de repente hacen falta muchas palabras, muchas explicaciones para decir las cosas o cuando no tienes nada que decir y aparece ese silencio incómodo. Y en la escritura, llenar ese hueco que es la pantalla sigue siendo un vértigo", afirmó el periodista, que reconoció que nunca relee lo que escribe porque de hacerlo, probablemente, lo cambiara todo. "El lenguaje es realmente una patria, es un terreno acotado en el que tú vives. Escribir es una cosa muy complicada porque yo no sé muy bien para qué ni para quién escribo. Tampoco tengo demonios interiores ni es un psicoanálisis", reconoció.

Tampoco se propuso escribir ningún libro. Simplemente, surgieron. "Yo me ponía a escribir y de repente veía que salían textos largos", explicó.

"Poesía de la vida" tampoco tenía vocación de libro, sino que recoge una selección de reflexiones escritas para ser leídas en su sección radiofónica en el programa "No es un día cualquiera" de Radio Nacional de España (RNE) y que ahora se recogen este libro.

Temas como el de la gripe le sirven para hablar de la vulnerabilidad. "Nos han educado para no ser vulnerables y ser vulnerables es tan bonito", dijo. Esta apariencia de frialdad hace también que muchas veces no expresemos lo que sentimos. "Cometemos tantos errores que hay que pedir perdón en algún momento. Cuando llegas a esta edad te das cuenta de que has dejado muchas cosas que tenías que haber dicho y que no puedes irte sin decir que te debo un montón de te quiero y de gracias", afirmó Aberasturi, quien confesó que lo que realmente le apetece ahora es "no hacer nada". "A mí, lo que me gustaría es vivir como un bebé, a demanda", dijo.

El paso del tiempo es otro de los temas por el que transitan varias reflexiones de esta "Poesía de la vida". "Me cuesta envejecer. Me molesta pensar que me queda poco tiempo", reconoció el informador, que añadió que preparando este libro descubrió que tiene muchas obsesiones. Una de ellas es esta, el paso del tiempo, el propio y también el ajeno. Por ello siente fascinación por los objetos desechados, esa televisión de tubo arrojada al contenedor para dejar sitio a la de plasma, nueva y flamante, o esa silla en la que probablemente la abuela acunara a su nieto pequeño y que ahora espera a que un camión la recoja para amueblar el olvido.

"No me importa tanto la historia, sino imaginármela. Me resulta fascinante. Y cuanto más mayor me hago, más me interesan las cosas pequeñas y las extremas, como esos grandes amores", dijo.

También recordó cómo eran las viejas redacciones, donde el humo del tabaco enturbiaba el ambiente y el golpeteo de las teclas de las máquinas de escribir se levantaba por encima de las voces y del sonido de los timbres del teléfono y el ruido del fax. "Tal vez fuera una época más romántica, pero llegó 'El País' y lo llenó todo de silencio", afirmó. También era una época en la que había más libertad de expresión.

"En la transición trabajábamos con más libertad que ahora porque se venía con el complejo del franquismo", explicó Aberasturi, que trabajó en prensa escrita, radio y televisión y a quien nunca, aseguró, le quitaron el sueño las audiencias. "Me daban igual y nunca sacrifiqué mi criterio por ellas", afirmó el conferenciante ante un Auditorio Municipal do Areal repleto de público.