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Pioneras

Clara Campoamor: la lucha por el sufragio femenino en España

Esta abogada republicana, una de las primeras diputadas de este país, consiguió hacer realidad el voto universal en 1931

Clara Campoamor luchó por conseguir la igualdad entre hombres y mujeres.

Clara Campoamor (Madrid, 12 de febrero de 1888 - Lausana, 30 de abril de 1972) fue feminista hasta sus últimas consecuencias, cuando esta etiqueta podía llegar a costarte la vida. Siguiendo los pasos de Emilia Pardo Bazán y Concepción Arenal, lideró la lucha por la igualdad de las mujeres en España. Esta escritora republicana, una de las primeras abogadas y diputadas de este país, fue la principal defensora del voto femenino.

Gracias a su valentía, el sufragio universal fue aprobado en el Congreso de los Diputados en 1931, durante la Segunda República, a pesar de la oposición que mostraron sus propias filas con el voto en contra de republicanos, socialistas y mujeres. Dos años después, las mujeres españolas pudieron ejercer por primera vez su derecho al voto en las elecciones de 1933.

"Tenéis el derecho que os ha dado la ley, la ley que hicisteis vosotros, pero no tenéis el Derecho Natural, el Derecho fundamental que se basa en el respeto de todo ser humano, y lo que hacéis es detentar un poder; dejad que la mujer se manifieste y veréis cómo ese poder no podéis seguir detentándolo"

Clara Campoamor en su histórico discurso

La primera vez que votaron las mujeres en España fue en las segundas elecciones generales de la Segunda República, en las que obtuvieron mayoría los partidos de centro-derecha y derecha, dando paso al bienio radical-cedista o bienio negro. Según el censo, el 19 de noviembre de 1933, votaron 6,8 millones de mujeres.

Asociación Clara Campoamor

Procedente de una familia humilde y de pensamiento progresista, nació en Madrid en 1888, en el popular barrio de Maravillas, hoy llamado Malasaña. Su padre, contable en un periódico, murió cuando ella tenía diez años, y tuvo que abandonar sus estudios para ayudar a su madre, que trabajaba como modista.

Posteriormente, trabajó como dependienta de comercio y telefonista, hasta que obtuvo una plaza como funcionaria, primero en Zaragoza y luego en San Sebastián, en Telégrafos, una de las pocas oposiciones a las que en aquella época podían presentarse las mujeres. Más tarde, obtuvo una plaza que le permitió regresar a Madrid para ejercer de profesora de taquigrafía y mecanografía en las Escuelas de Adultos.

Clara Campoamor fue una de las primeras mujeres abogadas en ejercer esta profesión.

Pero además, combinaba este trabajo con otros puestos, entre ellos el de secretaria de Salvador Cánovas, director del diario conservador 'La Tribuna', lo que le llevó a interesarse por la política y fue en este periódico donde publicó sus primeros artículos.

Aun con todo, no dejó nunca de estudiar. Con 32 años inició sus estudios de Bachillerato y después se matriculó en la Facultad de Derecho. En 1925 se convirtió en la segunda mujer miembro del Colegio de Abogados de Madrid, la primera fue Victoria Kent apenas un mes antes. Así, comenzó su activismo político a favor de la igualdad de derechos.

El camino hacia la igualdad

En 1931, tras proclamarse la Segunda República, Clara Campoamor fue elegida diputada por la ciudad de Madrid por el Partido Radical, al que se había afiliado por su definición como "republicano, liberal, laico y democrático", constantes de su ideario político. Paradójicamente, en aquella época, las mujeres podían ser elegidas, pero no ser electoras.

Uno de los retos más importantes de toda su carrera fue formar parte del equipo de 21 diputados encargado de elaborar el proyecto de la Constitución de la nueva República. Luchó hasta lograr establecer la no discriminación por razón de sexo, la igualdad jurídica de los hijos e hijas habidos dentro y fuera del matrimonio y el divorcio.

Sin embargo, donde más trabas se encontró fue para hacer realidad el sufragio universal, que permitiera el voto de las mujeres. Debido a la polémica que suscitó esta propuesta, el debate fue trasladado a las Cortes. El temor a que la población femenina pudiera elegir a los representantes políticos era tal, que hasta el frente de izquierdas, a excepción de un grupo de socialistas y algunos republicanos, se mostraba en contra, puesto que creían que se trataba de un colectivo muy influenciado por la Iglesia y votaría a favor de la derecha.

En medio de este enfrentamiento, Clara Campoamor se sentó ante otra reconocida diputada, Victoria Kent, contraria al voto de las mujeres, en un debate final en el que a pesar de todos los obstáculos, logró la aprobación del artículo 36, que instauró el sufragio femenino en España, con 161 votos a favor y 121 en contra.

Clara Campoamor, sentada en su despacho. EFE

Un final en el exilio

Aunque contó con el respaldo de la mayor parte del Partido Socialista -excluyendo a Indalecio Prieto-, y también de buena parte de la derecha, Esquerra Republicana de Catalunya y pequeños grupos republicanos, votó en contra Acción Republicana, el Partido Radical Socialista y su propia formación, el Partido Radical, salvo cuatro compañeros.

Ni ella ni Victoria Kent consiguieron renovar sus escaños en las elecciones de 1933. Poco después, Clara Campoamor abandonó el Partido Radical, y aunque intentó adherirse a Izquierda Republicana, fue rechazada. Poco después publicó un valioso testimonio de sus luchas parlamentarias con un título muy esclarecedor: 'Mi pecado mortal. El voto femenino y yo'.

Tras el golpe militar de 1936, antesala de la Guerra Civil y la dictadura franquista en España, se exilió en París y más tarde viajó a Buenos Aires antes de instalarse en la localidad suiza de Lausana, donde vivió hasta su muerte, a causa de un cáncer, en 1972.

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