La vida de espía no es fácil. Es la consigna que quedó clara ayer en Club FARO Cernuda que destacó que "ni siquiera sus familias saben lo que hacen", en relación a las operaciones que realizan. En algunos casos, la desinformación llega hasta desconocer el puesto de trabajo que desempeñan.

El hermetismo es necesario para que las operaciones sean un éxito. A veces, una simple llamada telefónica o conversación es el pistoletazo de salida para una nueva intervención ante lo que solo preguntan si deben llevar ropa de invierno o de verano ya que incluso desconocen el destino al que los dirigen.

Si el modus operandi llama la atención, también lo hace el reclutamiento. Tanto en el coloquio como en el libro se facilitaron múltiples datos y casos. En la mayor parte de ellos, las mujeres no sabían realmente para qué estaban siendo reclutadas. Hoy en día se puede conseguir información vía internet, en la web del CNI.

Eso sí, las pruebas a las que las someten son iguales a las que realizaban sus colegas varones. Una de las espías entrevistas, relataba ayer Cernuda, explicaba que "no entendía" por qué le realizaban ciertas preguntas en la selección. Se trataba de cuestiones como si se había fijado en la corbata de quien la había llevado a un sitio; detalles de una película recién vista o entrar en un determinado bar y averiguar cómo se llama la hija mayor de uno de los trabajadores.

Las personas que pasan las primeras pruebas se enfrentan después a un curso de varios meses "durísimo", explicó la periodista, con "todo tipo de pruebas" en las que la "tensión" manda para conocer cómo reaccionarían ante momentos difíciles.