El viaje de un vigués a bordo de una aurora boreal

El viaje de un vigués a bordo de una aurora boreal

La bóveda que reina por encima de nuestras cabezas siempre es motivo de intriga. Ahí reside el más allá, lo opuesto a lo terrenal, un cielo que alberga las imágenes más espectaculares para el ojo humano, desde un amanecer, un atardecer, un relámpago, una lluvia de estrellas, astros fugaces, hasta, para muchos, el cuadro más preciado: una aurora boreal -y su 'hermana' en el hemisferio sur, la aurora austral-.aurora boreal

Con esta suerte se encontró un piloto de Vigo Vigoen el norte de Siberia (Rusia) mientras manejaba los mandos de un avión de la compañía Iberia -a 10.500 metros de altitud- con partida en Madrid y destino Tokio (Japón) -10.800 kilómetros consumados en 14 horas de vuelo-. Inmortalizado el momento, su traducción se acerca a una estampa primigenia del universo, un regalo para la vista que muchos turistas buscan por todo el mundo y que este gallego -que prefiere guardar en secreto su identidad- consiguió conquistar de lleno.

Pero lo cierto es que, para él, este espectáculo luminiscente no ha sido una lotería, pues, "en estos vuelos, sí es habitual ver las auroras polares porque se viaja muy al norte, a 70-75 grados de latitud", cuenta a FARO. Para más inri, suele "hacer bastante" este recorrido en su actividad profesional -un trazado que sobrevuelan todas las aeronaves que despegan desde Europa-. De hecho, otra de las rutas que otean Siberia se dibuja por Shangai -las que no parten desde el viejo continente- y, al ir "más al sur, no se suelen ver".

En el presente caso, el aviador vigués avistó la manifestación entre las ciudades de Severodvinsk y Polyarny durante la Semana Santa del 2018, pero ha sido ahora cuando han salido a la luz las imágenes a través de las redes sociales de la escuela Air Hostess Vigo, para la cual colabora.

Pero ¿qué es este fenómeno realmente? Se trata de un espectáculo de luces que se proyecta en el cielo durante las horas nocturnas como consecuencia de la interacción de las partículas del viento solar -el astro mayor expulsa un conjunto de materia y energía que puede llegar a los 800 kilómetros por segundo de velocidad- con los átomos y moléculas de la atmósfera, es decir, con el campo magnético de la Tierra -este recorrido desde el Sol hasta nuestro planeta puede oscilar entre los dos días y medio y cinco-. Se suele dar en las zonas polares porque es aquí donde el campo magnético es más débil. El oxígeno le da ese color verde característico y, en ocasiones, amarillento; el nitrógeno provoca el tono azulado, aunque también las luces púrpuras y rojizas.

Las instantáneas fueron capturadas por otro de los pilotos en cabina, porque lo normal es que vayan dos o tres en cada vuelo, continúa el profesional vigués.

"La aurora boreal va moviéndose, va formándose, deformándose, aparece, se deshace... estaría presenciándola a lo mejor unas dos horas", admite este gallego sobre una contemplación que no afecta de ninguna manera al pilotaje de la nave.

El escaparate celestial no termina aquí, sino que se extiende a otro tipo de bellezas. El aeronauta asegura que, además, es común percibir con asiduidad "las constelaciones, se ven lo que se llaman estrellas de movimiento, que normalmente son satélites, y a veces, incluso, se observa también la Estación Espacial Internacional, que se percibe como el reflejo de una estrella", termina.

¿Auroras boreales en Galicia?

¿Auroras boreales en Galicia?

Cuando uno desea observar el cóctel de luces de una aurora boreal -Aurora, diosa romana del amanecer; y Bóreas, palabra griega que se traduce como 'norte'-, los mejores puntos son los que se hallan próximos al círculo polar ártico, una línea geográfica que cruza Laponia (Finlandia), entre otros. La razón de esto es la latitud a la que se encuentran estos parajes, entre los 60 y 70 grados norte, enclaves idóneos, y no los que se sitúan más cerca de los polos, como cualquiera podría pensar.

Galicia se topa, aproximadamente, a 42 grados norte, la probabilidad de que se dé esta perseguida manifestación es muy remota, pero no imposible. Históricamente, se han registrado, al menos, dos auroras polares en nuestra comunidad.

En el 1938, la noche del 25 al 26 de enero, "la gente del rural estaba asustada", relata a FARO el físico y editor de la web Ceos galegos, Dositeo Veiga. Concretamente, se cuenta que los vecinos de Lalín acudieron esa noche a "Ramón María Aller, que era cura y astrónomo" para encontrar una respuesta a lo que estaban advirtiendo en lo alto -un hecho que se presenciaba en ese mismo instante en la península al completo-. Para tranquilidad de todos, "Aller les explicó que era algo natural y que se veía de vez en cuando". Hay registros que corroboran que la sociedad de entonces "creía que Dios les estaba castigando por la Guerra Civil" que se libraba en esos tiempos.

El Observatorio Ramón María Aller, precisamente, data, así mismo, otro espectáculo de luces en 1957 que bien podría tratarse de una aurora polar.

Remontándonos más en el tiempo, "también en el siglo XVIII, Padre Feijóo dejó constancia de unas luces extrañas que se veían al norte", continúa Veiga.

Con todo, lo cierto es que "es algo muy difícil y extraordinario que se vean en Galicia porque es un fenómeno que tiene lugar en los polos, norte y sur -donde el campo magnético terrestre tiene, de hecho, sus polos- y nosotros estamos justo en la mitad".

Pero la naturaleza es infinita, hasta tal punto de que, "cuando se dan tormentas solares, es decir, cuando el Sol emite chorros de partículas muy potentes y cargadas de protones, electrones, neutrones..., hay veces que esos chorros son tan potentes que nuestra magnetosfera, la capa que nos protege de esas partículas, es incapaz de repelerlas y consiguen penetrar", dando lugar a que se puedan vislumbrar "auroras en latitudes más al sur". No en vano, "se tienen visto incluso en La Habana y en Madrid", puntualiza el físico.

Aparte de lo científicamente constatado, puede haber quien haya contemplado por su cuenta, principalmente "hacia el norte, algún tipo de luz que se confunde hoy en día con contaminación luminosa", aunque también podría tratarse "del reflejo de las auroras que se ven ahora en Irlanda o en Escocia", establece el editor de Ceos galegos.

A día de hoy, las predicciones de este tipo de maravillas celestiales son muy precisas, sobre todo por el interés de la industria que se ha generado alrededor de ellas en el mencionado círculo polar ártico. En Galicia, habrá que esperar, sin olvidar que "cada 11 años, el Sol tiene un ciclo de actividad máxima, con mayor probabilidad de que haya auroras", sentencia, esperanzado, Dositeo Veiga.