Si él se droga, refuerza su identidad; si lo hace ella, su imagen se deteriora. Los estereotipos de género siguen influyendo de forma determinante en el consumo de drogas y (también) en la percepción de las sustancias y en los riegos que temen los y las jóvenes españolas de 16 a 24 años.

Para ellos cualquier imagen de consumo puede resultar favorecedora, e incluso reforzar su identidad en torno a cierta concepción de la masculinidad. Sin embargo, para las chicas el consumo implica un deterioro de lo que se espera de una mujer. Este y otros prejuicios de género perviven y continúan arraigados en la sociedad española. A eso apuntan las principales conclusiones de la investigación "Distintas miradas y actitudes, distintos riesgos. Ellas y ellos frente a los consumos de drogas" realizada por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de Fad gracias a la financiación de la delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas entre miles de jóvenes de varias zonas de España.

Eso sí, mujeres y hombres comparten la visión de las drogas como un 'atrezzo' en contextos festivos que, además, ayuda a la desinhibición. Unos u otras asumen que el consumo de drogas es una parte indisoluble de un cierto tipo de ocio; el de las salidas nocturnas de fin de semana, donde las sustancias estimulantes están incorporadas, normalizadas y son parte constitutiva. Consideran en cierta manera legítimo su uso siempre que se realice en estos entornos festivos.

Como riesgos percibidos del consumo de drogas ellos temen meterse en peleas o tener un accidente, ellas temen sobre todo una agresión sexual.

El discurso mayoritario de la población juvenil nos dice que consideran el consumo de drogas como un ámbito que no corresponde a las mujeres porque es "típicamente masculino". Por eso, cuando ellas consumen se exponen a un juicio social -tanto entre la población juvenil como para padres y madres- mucho más severo que afecta al conjunto de su identidad, como "mujer descontrolada", "poco femenina" o que "busca lo que no debe". Sin embargo, un chico en las mismas condiciones es considerado molesto o pesado, pero situado en su rol, y tan solo en ese momento.

La investigación fue presentada hoy por la delegada del gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Azucena Martí; la directora general Fad, Beatriz Martín Padura; y Anna Sanmartín, subdirectora del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de Fad, el centro de investigación sociológica de Fad creado gracias al apoyo de Banco Santander y Telefónica.

"El consumo de sustancias estupefacientes entre jóvenes, mujeres y hombres, se está igualando pero se perciben socialmente de modos diferentes", reconoce el psicólogo clínico y director de la Asociación ciudadana de lucha contra la droga Alborada en Vigo, Jesús Cancelo, que añade que "ellas se enfrentan a una muy superior culpabilización y responsabilización". Aún así, el psicólogo matiza que ese consumo equiparado entre ambos sexos de adolescentes no guarda relación con los que luego se someten a un tratamiento por adicción. "El 80% siguen siendo hombres y el 20%, mujeres", señala Cancelo.

No le extraña demasiado al experto el resultado de la investigación de la FAD, pero defiende la igualdad que se propugna desde los centros de desintoxicación y rehabilitación a la hora de abordar a los pacientes.

¿Cómo valora los resultados sexistas de esta investigación? Para Jesús Cancelo, "aún recae en la mujer la defensa de los valores encomiables de la sociedad. Se puede permitir que el hombre delinca, o se drogue... Pero, aunque empieza a haber cambios en a percepción, es como si la mujer siguiera asociada al rol de la maternidad y se tratase de proteger a la sociedad rechazando que la mujer pueda consumir, injustamente".

El estudio confirma que las chicas son plenamente conscientes de esa sanción global de su comportamiento. Y también son diferentes los riesgos que perciben del consumo. Mientras ellos temen meterse en peleas o tener un accidente, ellas temen por encima de todo una agresión sexual.

Chicos y chicas parecen recurrir a las drogas por lo mismo: afirman que les ayudan a desinhibirse, desfasar, a facilitar las relaciones interpersonales y, muy fundamentalmente, facilitan los encuentros y las relaciones sexuales. Sin embargo, para ellos se trataría más de facilitar la exposición ante los y las demás y para ellas poder aparentar una imagen de integración y de igualación respecto a ellos o de sus pares masculinos.

También se perciben grandes diferencias entre chicos y chicas a la hora de asumir, frente a los progenitores, la responsabilidad de los consumos: las chicas se sienten mucho más preocupadas por lo que piensan sus padres y mucho más culpables si consumen.

Cuando se les pregunta sobre la influencia grupal lo que se apunta inicialmente, sobre todo desde la visión de los varones, es que los chicos son más independientes en los consumos y que las chicas siguen más el referente grupal. Es decir, consideran que a ellas les afecta más la presión de grupo.

Según datos de la "Encuesta sobre uso de drogas en enseñanzas secundarias en España" realizada a escolares de 14 a 18 años, en todas las sustancias legales y más normalizadas (tabaco, alcohol e hipnosedantes) las chicas consumen más que los chicos. Sin embargo, en sustancias ilegales con mayor percepción de riesgo, el consumo femenino es menor. Los chicos consumen más drogas ilegales. Sólo en el caso del alcohol y los hipnosedantes (con o sin receta), la brecha entre el consumo femenino y masculino joven parece haberse agrandado en los últimos años algo más.