¿Rey emérito? ¿Rey honorífico? ¿Exmonarca? ¿Cómo debemos llamar al Rey Juan Carlos a partir de este domingo, cuando deje de desarrollar actividades institucionales?

El debate viene de largo. De hecho, aunque los medios de comunicación adoptaron de inmediato el término "emérito" para referirse al padre de Felipe VI, dicho vocablo no aparece en el texto legal promulgado hace ahora cinco años, cuando Juan Carlos de Borbón abdicó la Corona de España en su hijo: "Don Juan Carlos de Borbón, padre del Rey Don Felipe VI, continuará vitaliciamente en el uso con carácter honorífico del título de Rey, con tratamiento de Majestad y honores análogos a los establecidos para el Heredero de la Corona", reza la Modificación del Real Decreto 1368/1987, de 6 de noviembre, sobre régimen de títulos, tratamientos y honores de la Familia Real y de los Regentes.

Ni rastro del término "emérito", que se adoptó para don Juan Carlos quizá por analogía con el Papa Benedicto XVI, que sí es "emérito" por designio expreso del Vaticano, y con los profesores universitarios eméritos. Para el vigués Jorge Alonso, experto en protocolo, Don Juan Carlos I no ha sido, tras su abdicación en 2014, "ni monarca ni emérito": primero, porque dejaba de ser Jefe de Estado, con lo cual no podía ser monarca; y segundo, porque la ley no recoge el término "emérito", sino "honorífico".

Si nos atenemos al diccionario de la Real Academia Española (RAE), "emérito" es "una persona, especialmente de un profesor, que se ha jubilado y mantiene sus honores y alguna de sus funciones". Por tanto, si había alguna duda, a partir de este domingo Don Juan Carlos no podrá denominarse "emérito", ya que no mantendrá ninguna de sus funciones.

Para complicar más las cosas, la Fundación del Español Urgente (Fundeu), asesorada por la RAE, matiza que "honorífico" es el que confiere el honor, y "honorario", el que tiene el honor, por lo que sería más correcto hablar de "rey honorario".

No opina lo mismo Fernando Ramos, profesor universitario jubilado que dirigió los cursos de Comunicación y Protocolo de la Universidad de Vigo. "Lo correcto es llamarle rey honorífico", sostiene, ya que "'honorario' tiene un carácter más administrativo, y 'honorífico', más protocolario". Y pone un ejemplo: "Al cónsul honorífico se le nombra por los servicios prestados a un país, mientras que cónsul honorario es aquel que ejerce una función administrativa sin ser un diplomático de carrera". En cualquier caso, matiza, "el protocolo no es una ciencia exacta, sino aproximativa", por lo que, si alguna vez se encuentran a Don Juan Carlos regateando en Sanxenxo o cenando en Vigo, llámenle simplemente "señor" o "majestad".