"Somos seres binarios; estamos en un lado o en otro. Los sitios intermedios nos dan miedo y por eso levantamos fronteras y concertinas". Así se expresó ayer Juan José Millás durante la presentación de "La vida a ratos" (Alfaguara), una obra que se mueve entre el diario y la novela, en la que cuenta "lo que le ocurre y lo que se le ocurre", tal y como explicó ayer en su intervención en el Club FARO, en la que arrancó los aplausos del público en varias ocasiones con sus anécdotas. Y es que, explicó, cuando la entregó en la editorial no sabía muy bien en qué género encasillarla.

En cualquier caso, el escritor y columnista, colaborador habitual de FARO, explicó que se trata de una obra autobiográfica, que relata los tres últimos años y medio de su vida en forma de diario, aunque no lo es al uso, ya que está organizado por semanas y no todas tienen los mismos días. Esto depende, explicó, de si sucedió algo interesante ese día o de si tenía ganas de anotarlo. "Cuento lo que me ha ocurrido, pero también lo que se me ha ocurrido en ese tiempo", detalló. Y en esta mezcla entre lo real y lo imaginado es donde radica la esencia de esta obra, en la que el lector debe dilucidar qué es real y qué es ficción.

"La vida a ratos" tiene varios hilos argumentales que, según su autor, podrían leerse por separado, como si se tratase de relatos cortos, pero que en conjunto forman una unidad narrativa. Las sesiones con su psicoanalista y el taller de escritura que imparte son dos de estos microrrelatos.

Millás explicó que esta obra iba a haber sido un diario de la vejez, pero que pronto derivó en otra cosa totalmente diferente y es que, según aprendió durante el proceso, es muy difícil hacer un diario sobre la vejez porque no sabes cuándo comienza. "La vejez llega a traición. La vejez es un proceso artero, lento, con retrocesos porque no es algo lineal", aseguró el escritor, quien reconoció que llega de tal forma que uno no se da cuenta. "Este diario lo empecé con 67 años, en un momento en que vivía una contradicción: yo me sentía como un muchacho, tenía la misma sensación que uno tiene cuando es adolescente, pero la imagen que me devolvían los demás era la de un viejo. Como si me estuvieran diciendo: 'Ya es hora de que te sientes en el sillón, enciendas Telecinco y te mueras'. Hay como una especie de mandato: envejeces y tú no te sientes así", dijo.

Pero también es la etapa en la que el individuo se reinventa. "En la vejez se reeditan muchas cosas que tienen que ver con la infancia y la adolescencia, porque recuperas unas sensibilidades respecto al mundo que habías perdido, como el interés por lo misterioso, que tanto nos asusta", dijo.

Estro Montaña, catedrático de Literatura Española, que fue el encargado de dirigir este "Diálogo con un neurótico brillante", le preguntó por la eutanasia, sobre la que Juan José Millás se reafirmó a favor. "Yo lo que realmente no quiero es envejecer y por eso creo que soy tan militante de la eutanasia. La medicina nos ha logrado alargar la vida, pero a veces de un modo penoso. Hay vejeces que no tienen ningún sentido. Sin las cosas que dan sentido a mi vida, es decir, si no puedo leer, si no puedo escribir, yo no quiero vivir ", afirmó el escritor, quien se mostró convencido de que la eutanasia terminará legalizándose, ya que es una demanda social. "Si no la hay ya es por cobardía política", opinó.

Como no podía ser de otro modo, el oficio de escritor fue otro de los puntos que se abordaron durante este diálogo. "Para escribir hace falta tener cierta extrañeza del mundo en el que vives; tiene que extrañarte porque si te parece normal podrás escribir el Código Penal, pero jamás una novela", aseguró ante un Auditorio Municipal do Areal repleto.

Y añadió: "Con la escritura pasa algo curioso y es que todo el mundo dice que si no escribe es porque no tiene tiempo. Pero nadie dice que no toca el piano o que no pinta porque no tiene tiempo. Todo el mundo cree que la escritura no se aprende. Y claro, mucha gente te pregunta que para qué sirve un taller de escritura. Pero a nadie se le ocurre preguntar para qué sirve ir a un conservatorio de música a aprender piano. Tú dile a alguien que no sabe escribir; no te lo perdonará jamás".

Muchas de las cosas que le han ocurrido y otras muchas que se le han ocurrido durante estos talleres de escritura en estos tres años y medio forman uno de los hilos argumentales más descabellados de este diario tan poco convencional. "He aprendido muchísimo impartiendo estos talleres porque para enseñar a otros tienes que sistematizar todo lo que sabes y que crees que no sabes", confesó.