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De Vigo a Uganda: 7 días, 100 cirugías

Tres sanitarios gallegos participan en una campaña humanitaria en hospitales de África - Dan cursos a doctores locales

De Vigo a Lodonga, Yumbe, Uganda. Nueve mil kilómetros. Siete días. Un centenar de operaciones. Ese podría ser el resumen geográfico y numérico del viaje de dos cirujanas y un enfermero gallego del hospital Povisa de Vigo y otros siete procedentes de centros hospitalarios de Madrid, que acaban de regresar de una misión médica exprés. Pero ese viaje no puede, o no debe, contarse en números. Las cirugías no han dejado huella solo en la población atendida. El viaje al centro de África también supone un camino para conocer un mundo próximo con déficit de medios y superávit de patologías.

"Son auténticos supervivientes desde que nacen, aguantan lo indecible... Una chica vino con una gran herida de machete en una mano. No dijo ni mú. Yo misma me imagino siendo la paciente y estaría a grito pelado en la sala", relata con empatía la adjunta de Cirugía general viguesa Raquel Vázquez Bouzán, que viajó con la doctora residente Lara Martínez Domínguez y el enfermero del área quirúrgica Diego Álvarez Palacio, desde Povisa, en una misión cuya responsable fue la doctora de Cirugía torácica Teresa Vives, del madrileño Hospital La Paz. Una semana de campaña en la que operaron entre doce y catorce horas diarias.

El citado hospital vigués donó material quirúrgico, medicación, material fungible (suturas, bisturíes, jeringas, gasas... ) y prestó dos cajas de instrumental. Pero, nada más llegar al hospital con el que colaboraba la ONG "Idiwaka" -filial de África Directo- con la que cooperan, se encontraron el primer tropiezo. La falta de infraestructura y material básico les iba a impedir hacer cirugías que requiriesen de anestesia general. Era la primera campaña de cirugía general que se desarrollaba en aquel hospital, al norte del país y en un distrito más próximo a Sudán del sur que a la alejada y contemporánea capital Kampala, al sur. Un lugar de tierra de color teja y calor y humedad tropical. "Operamos sobre todo cirugías que se pueden hacer con anestesia local o raquídea, ya que en el hospital no cuentan con respirador", abundó Raquel Vázquez.

"La mayor parte de la población no dispone de medios para acceder a la sanidad y recurren a hospitales como el que acudimos, que está gestionado por unas monjas ugandesas que contactan con ONG's para realizar campañas quirúrgicas", explica. Las religiosas cobran a la población una cantidad simbólica por cirugía (unos 12 euros) que contribuye al mantenimiento del hospital. "Venía gente de muy lejos. Tendrían acceso a una operación que no se podrían permitir de otro modo. Hemos visto pacientes que programábamos y llegaban tres o cuatro días más tarde porque estaban reuniendo el dinero para operarse". Desgraciadamente, también hubo pacientes rechazados porque requerirían de una operación inviable con aquellos medios.

Muy vivo en su recuerdo ha quedado el caso de un niño ugandés de unos 8 años que sufre una enfermedad rara, el el síndrome de "Prune belly" -traducido del inglés como síndrome del 'abdomen en ciruela pasa'- por la piel arrugada que se localiza en el abdomen de los afectados, ante la ausencia de musculatura abdominal. "Eso les condiciona una mala calidad de vida, pero no la compromete. El problema es que nacen también con una atrofia bilateral de los dos riñones y se acaban muriendo de insuficiencia renal. Este niño en España hubiera vivido sin ningún tipo de problema pero allí no podemos hacer el drenaje renal porque no hay quien pueda mantenerlo ni lo sepa manejar. Al final, tras darle muchas vueltas le pusimos un catéter en la vejiga, como una solución intermedia...", reconoce Vázquez. Ese es su recuerdo más agridulce.

Las dos cirujanas generales de Povisa, Raquel Vázquez y Lara Martínez participaron junto con urólogos, ginecólogos, una radióloga, una cirujana torácica y otra enfermera. "Se realizaron sobre todo operaciones de hernias de todo tipo, muchas de ingle y ombligo, en personas de todos los rangos de edad incluidos niños y jóvenes porque allí cargan pesos desde muy pequeñitos", alegaron. "También operamos tumoraciones de partes blandas y los ginecólogos atendieron muchos partos y cesáreas porque el hospital es una referencia de Maternidad y también los urólogos fimosis e hidroceles, así como las urgencias".

Además, pasaron consulta diaria, ya que la mayoría de la población habla inglés como segunda lengua y visitaron el campo de refugiados de Bidi-Bidi, donde viven unas 400.000 personas de Sudán del sur.

Junto a las cirujanas gallegas, intervino la radióloga del Hospital Puerta del Hierro de Madrid, Paula María Hernández y del hospital La Paz, los urólogos Juan Antonio Mainez y Jose Quesada; los ginecólogos Miguel Cabrero y Alba Táboas y la enfermera María Juarranz. También impartieron clases de ecografía y ginecología. "La experiencia es muy enriquecedora porque ellos nos aportan mucho", explican. Los médicos se costearon sus vuelos y viajaron en sus vacaciones. "Lo haces porque te encanta tu trabajo... y volvimos tan contentas que no tuvimos ni cansancio", asegura Raquel Vázquez. "¿Lo más bonito que nos han dicho?", sonríe la cirujana, "Gracias. Pero un gracias de verdad".

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