En el año 2006 solo 180.000 personas de entre 46 y 55 años acudían a cursos de formación bonificada y en 2018 la cifra de asistentes en esta franja de edad fue superior a 1.200.000, según estadísticas nacionales. Para Pedro Rey Vera, presidente de la Confederación Española de Empresas de Formación (CECAP), "vivimos un momento de transformación digital clave para el presente y el futuro de la formación". Los próximos días 7, 8 y 9 de junio Vigo acogerá el XXVII Congreso Nacional de Empresas de Formación, organizado por la CECAP en colaboración con CECAP-Galicia, al que acudirán más de 400 empresas y entidades del sector de la formación.

-¿Es capaz el sector de los cursos formativos de adaptarse a los cambios tecnológicos?

-Estamos en un proceso de transformación digital muy importante. De ahí el título del congreso de este año, que celebraremos en Vigo: For-Mar 4.0. Para nosotros es una revolución de las propias técnicas de enseñanza. El cambio en los últimos cinco años está siendo de 180 grados y en los próximos cinco serán otros 180.

-Apunta que, más que nunca, hay alumnado de todas las edades.

-La demanda de formación es creciente y hay muchas oportunidades, lejos del: "yo no pude estudiar". Nos nutrimos de gente de una edad que antes dejaba de formarse. Por ejemplo, antes una persona de 50 años ya no se formaba y hoy son muchos en los cursos. La gente sigue formándose e incluso opositando. Hay clases con una media de edad del alumnado de 45 años. Está vinculado a los cambios demográficos y al estilo de vida; la gente hace más deporte, viaja más, más ocio y la esperanza de vida es mayor. Es positivo y el interés de la gente por la formación va en alza.

-¿Perciben la necesidad de formación constante en personas que trabajan?

-Sí. Los cambios son tan rápidos que estar al día supone ya casi un estilo de vida. A veces en la formación reglada es imposible estar al día: drones, 3D, casi no da tiempo. Hace 45 años la informática era novedad, era un boom. Hoy la velocidad de los cambios es muy grande, yo diría que incluso trimestral. Instagram, por ejemplo, es un canal que sirve para la publicidad, desde hace unos dos años, pero dentro de un año quizás haya otro. El esfuerzo que supone estar al día como profesional es amplio, es como una servidumbre constante.

-¿Cuántas horas a la semana debemos dedicar a formarnos y actualizarnos?

-Asistí hace poco a una conferencia del empresario Carlos Slim y él abogaba por pasar a una jornada laboral de tres días a la semana (10 horas cada día) y el resto dedicarlo a formación y ocio.

-¿Lo ve viable?

-Yo creo que con toda la transformación digital sí se van a reducir las horas de trabajo semanales. La jornada de 30 horas llegará en el futuro. Y podrá dedicarse más tiempo a formación. Lo de trabajar 40 horas a la semana más pronto que tarde se acaba porque no será necesario.

-Además de los oficios STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Matemáticas) tan en auge en estos momentos, ¿cuál será la profesión del futuro?

-La de formador. Como todos tenemos que estar en constante evolución van a precisarse formadores para todo: desde lo más elevado en tecnología a enseñar a gente mayor, por ejemplo, a optimizar el uso de su smartphone. Un catálogo profesional, en la actualidad, se queda obsoleto en tres meses. Y antes podía estar vigente cuatro años. Es curioso además que, por una parte, la demanda de matemáticos sea tal (cuando yo estudiaba la salida principal era la docencia, por ejemplo) y, por otra parte, se empiezan a pedir filósofos. Y me alegro, además, de que así sea.

-¿El inglés es todavía asignatura pendiente?

-El inglés sigue mandando; hay mucha demanda. Chino, también, por parte de las empresas. Hubo un momento, cuando empezó la crisis, que se puso de moda el alemán, sobre todo en gente universitaria que pretendía formarse en este idioma.

-¿Qué propone para incentivar a la gente y animarla a que se forme?

-Nosotros queríamos que la inversión en formación se considerara gasto deducible en el IRPF; me refiero al particular que invierte en formación privada y no tiene facilidades. Sería algo así como el que invierte en vivienda. Hay consenso para plantearlo y vamos a comentarlo en el congreso de junio. Además, de alguna manera, el Estado se ahorraría fondos en subvenciones. Nos referimos principalmente, en este caso, a trabajadores en activo.