Antibióticos con diana específica que se activan con luz, materiales que se autorreparan -¿se imaginan evitar el taller por arañazos en el coche?-, ventanas o paneles solares que se limpian solos... y hasta un médico nanorrobot que podría introducirse en el paciente. Ben Feringa admite que suena a ciencia ficción, pero el diseño y la síntesis de máquinas moleculares, que le valió el Nobel de Química en 2016 junto a Jean-Pierre Sauvage y Sir J. Fraser Stoddart, abren "una nueva era" para la ciencia. Del "goce del descubrimiento" hablará hoy a las 19.00 horas en el Auditorio de Abanca, en Santiago, en el programa ConCiencia, dirigido por Jorge Mira y organizado por el Consorcio y la Universidade de Santiago, que conoce bien y loa, y que le otorga un doctorado honoris causa.

-¿Cuál es la aplicación más prometedora de su descubrimiento?

-Es ciencia básica y falta mucho antes de verlo. Los teléfonos inteligentes cambiaron el mundo, pero los descubrimientos científicos fundamentales se hicieron en los 50 y no para eso. Aunque tal vez vayan rápido. Músculos moleculares, materiales que se autolimpian o fármacos inteligentes para terapias de precisión es el tipo de áreas donde habrá muchas aplicaciones. Quizás en microrrobótica. En 50 años creo que se pueden inyectar nanorrobots médicos en la sangre.

-¿Las nanomáquinas podrían ayudar a que vivamos más años?

-Sí. Quizás en el futuro seamos sistemas híbridos. Ya tenemos caderas o rótulas artificiales, marcapasos, stents... y podemos pensar en qué tipo de cosas, si tienes máquinas diminutas, podrían integrarse con el cuerpo. En el futuro creo que se integrarán chips en el cerebro. Resulta algo inquietante, por eso quizás debamos discutir juntos aspectos éticos, preguntarnos si queremos un chip en el cerebro o por qué una cadera artificial sí y no un chip. ¿Podrían controlarte? ¿O descargas algo de su contenido en internet? Es el tipo de discusión que podríamos tener en el futuro si tenemos este tipo de híbridos.

-O ahora: se manipula ya ADN...

-Por supuesto. La nanotecnología también tiene que ver con el ADN. La gente ha modificado el ADN y tenemos que pensar sobre estas oportunidades, qué queremos. A menudo las nuevas tecnologías inspiran temor: la primera vez que la gente vio un avión, o un coche, también tuvo mucho miedo y ahora subimos sin problema.

-¿Es lo mismo la clonación?

-No lo sé. No creo que se deban clonar seres humanos, pero sí podemos hacer reparaciones, podemos editar los genes para evitar una enfermedad. No digo que debamos hacerlo, sino discutir las opciones. Por supuesto que cada nueva tecnología podría conllevar algún peligro potencial, pero mejor que tener miedo es discutir qué queremos y qué no. Quizás no quieras clonarte, pero si necesitas un implante de cadera o una nanomáquina podría ayudarte a caminar o a recordar, por qué no. No es sencillo decir sí o no; debemos discutir los peligros potenciales. Y es importante distinguir los hechos de la ficción y tener un conocimiento basado en datos realistas: ¿Cómo de peligroso es esto? Al subir a un coche también haces un análisis de riesgos: ¿Es seguro? ¿Están bien las ruedas? ¿Tengo mi permiso? Entonces te subes. Es mejor saber estas cosas y luego actúas.

-Hace falta educación para distinguir lo verdadero de lo falso...

-Por eso la educación es más importante que nunca, para distinguir hechos de ficción. Lo más importante no es la cantidad de información, sino su calidad. De ahí el entrenar a nuestros estudiantes, en todas las etapas, para ser críticos.

-Avisa de que Europa no debe quedar descolgada en la carrera por la ciencia. ¿Qué debe hacer?

-Es nuestro futuro. Nuestro futuro es cómo eduquemos a los jóvenes, cómo hacemos descubrimientos, desarrollamos tecnología... Europa debe unir fuerzas para construir una sociedad moderna. Investigación, educación y ciencia son extremadamente importantes y Europa no debería olvidarlo o China nos superará. No queremos que Europa se convierta solo en un centro turístico para los asiáticos en el futuro. Son bienvenidos, pero queremos hacer más.

-¿Cuál es el reto más importante que afronta la humanidad?

-Para mí el desafío más grande es darle oportunidades a todo el mundo, y en nuestro entorno la brecha entre ricos y pobres crece.

-Usted podría ser un ejemplo...

-Sí. No éramos ricos. Éramos una familia en una granja con diez niños. Conseguimos algunas becas del Gobierno; si no, no habría ido a la universidad. Y fui estimulado y tuve muy buenos profesores y todo eso puede ayudar mucho a la gente joven a tener oportunidades.

-¿Hay vida (científica) después de un premio Nobel?

-Es exigente, pero lo disfruto mucho. Soy un científico, trabajo y enseño en la universidad, y ahora célebre, pero seguiré porque es mi pasión. Eres como un artista: no dejas de componer música o de pintar. Pero también pienso si puedo hacer algo bueno por la sociedad y quiero ir a escuelas y a eventos a explicar por qué la educación y la ciencia son tan importantes. Porque creo que eso es el futuro: la educación apropiada, darle a los jóvenes oportunidades. Yo la tuve. Y estoy muy agradecido por ello e intento ahora ayudar a las siguientes generaciones.