Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Manolo García: "España necesita respirar, justicia social y políticos éticos"

"La tecnología la tengo a raya, no quiero ser esclavo; prefiero dejarme llevar por mi yo animal, bastante desarrollado"

Manolo García // FdV

Exmiembro de un grupo de enorme éxito como El Último de la Fila y autor de auténticos himnos como "Nunca el tiempo es perdido" y "Pájaros de barro", Manolo García vuelve a los escenarios con una gira acústica.

- ¿Qué define su actual gira?

-Una fórmula que nunca había experimentado: el acústico. Yo he trabajado toda mi vida en eléctrico, desde que empecé con Los Rápidos.

- ¿Qué comodidades le brinda?

-En el acústico, el cantante puede explayarse, su voz no se cansa tanto, puede modular, dulcificar el modo de cantar y no tiene que competir con una muralla de sonido dura. La guitarra española, acústica, el violín o un acordeón le permiten a la voz una posición cómoda. Las guitarras eléctricas hacen que el cantante tenga que dar ciertos alaridos, tener una actuación histriónica.

- ¿Tendrá tiempo para la pintura, su otra pasión?

-Siempre llevo mi cuaderno de dibujo, mis lápices y una goma de borrar. En los hoteles me entretengo dibujando, es un pasatiempo que me expande la mente y me despeja de la situación del día del concierto, en el que estoy algo inquieto.

- ¿Qué color pone a su música?

-Yo que he pintado durante mucho tiempo con colores muy primarios, ahora estoy en unos tonos más desvaídos y difuminados, suaves y dulces. En esta gira las versiones de mis propias canciones son más góndola, no un buque que tira hollín, son más de remo.

- Pasados los 60, ¿se sube al escenario en busca de diversión o ya por inercia?

-Si no encontrara un placer y un algo vital, no me subiría al escenario. Todos los oficios tienen momentos un poco agrios, instantes que se te escurren entre los dedos pero cuando uno aprende de los oficios capta sus bondades.

- Hace unos días Dylan se irritó en Viena hasta el punto de preguntar al auditorio: "O toco o poso". ¿Su público puede ir a sus conciertos móvil en mano?

-Que hagan lo que quieran. Detesto las prohibiciones y los castigos. El año pasado aparecí por casualidad en las Lagunas de Ruidera y me quedé sorprendido. Llevaba una cámara y al ver una agua limpia y unas cascadas paradisíacas no pensé ni por un momento en ponerme a filmar, me quité la ropa y me metí en calzoncillos, a nadar. Disfruté de lo que me ofrecía la situación. Filmar es una trampa. Esos millones de fotos y vídeos que almacenas nunca los verás en el futuro, es imposible. Y si lo hicieras, te estarías perdiendo la realidad de ese nuevo momento. Yo tengo un motor interior que me hace rechazar esa oferta lúdica. Prefiero mirar un árbol o tomarme una cerveza. Prefiero las tres dimensiones, y busco más, porque presumo que puede haberlas, si actúas en consecuencia al buscarlas. Estas dos dimensiones, largo por ancho, las acepto justitamente, en el cine, sí, uno de mis vicios confesados, en la pintura, pero la tecnología la tengo a raya, no quiero ser su esclavo porque mi espíritu no se complace en ella, más bien se siente apabullado. Me dejo llevar por mi yo animal, bastante desarrollado. No me interesa ponerme a las órdenes de los inventores de Silicon Valley, de todas sus paridas y videojuegos, un material casposo de cojones.

- ¿Tiene la sensación de que su carrera ha ido a cámara rápida?

-Yo llevo más años que San Pedro en esto y siempre he buscado lo mismo, por cierto, algo casi imposible: la felicidad perpetua en el arte. Busco estar contento cada día y lo consigo los días de los conciertos, cuando intuyo que me sale una canción medio regular o cada vez que descubro una canción de alguien que pone los pelos de punta.

- ¿Siempre ha sabido el rumbo a seguir?

-Puedo presumir de haber sabido lo que no quería, de no haberme dejado seducir por cantos de sirena y saber que mi norte era hacer canciones y ofrecer conciertos. Desde muy joven quise ser músico y sigo pensando lo mismo, porque la posibilidad de ser músico te lleva a la posibilidad de compartir emoción muchos días con muchísima gente. En algún libro he leído que la persona que vive en tribu emocional puede llegar a ser muy longeva, que es la pretensión de todos.

- ¿Ya lo sabe todo sobre su voz?

-No, qué va. Mi voz, mi instrumento, va cambiando, se va oxidando, hay que echarle aceite, adaptarse a la climatología, tomar jengibre, dormir dos horas más. Cada día es diferente y hay días que puedo hacer cosas endiabladamente difíciles con la voz y otras que soy incapaz. La voz humana es un instrumento muy serio.

- ¿Cuál ha sido el último músico que le ha emocionado?

-Rufus T. Firefly. Lo descubrí en un concierto y me gustó mucho su voz, cómo interpreta el piano y cómo desarrolla los arreglos.

- ¿Escuchó en los debates alguna vez la palabra cultura?

-No. En la legislatura anterior los obreros del arte hemos estado muy castigados, por malos. España está a la cola de los países europeos en cuanto a lectores. Eso es una muestra de la ilusión por la cultura. La cultura, para los políticos, suele ser mosca cojonera.

- ¿Qué borraría de la España actual con su goma de borrar?

-La miseria, que haya personas viviendo en una absoluta precariedad, y con letras de trazo grueso dibujaría un cambio de modelo energético, con energías no contaminantes, algo que reportaría puestos de trabajo y rentabilizaría la economía. Cambiemos ya el modelo energético, y que sean ellos los que se forren, no hay problema en eso, pero el cambio es urgente. Pero, sobre todo, España necesita respirar, justicia social y políticos éticos.

Compartir el artículo

stats