Hay quien acusa a Mario Vaquerizo (Madrid, 1974) de vivir del cuento, y en este caso tiene razón: el hiperactivo marido de Alaska, cantante del grupo Nancys Rubias, periodista, escritor y representante de artistas -pongan ustedes el orden que quieran- acaba de publicar "Cuentos para niños rockeros", medio centenar de relatos biográficos sobre estrellas del rock and roll. En sentido muy amplio, claro, dado que en el libro incluye tanto a Elvis Presley, Mick Jagger y David Bowie como a Mozart y Lola Flores. La entrevista transcurre tras su estancia en Barcelona para firmar el libro -que ya va por su segunda edición- por Sant Jordi. "Hablo como un loro, tengo incontinencia verbal -avisa el madrileño-. Dispara y empezamos, cariño".

-¿De quién partió la idea de escribir "Cuentos para niños rockeros?

-Me lo propuso mi editora. Hice mi autobiografía, luego la biografía de Fabio McNamara, que para mí es Dios, hace dos años "Vaquericismos", que era mi filosofía de vida, y me ofrecieron otro, pero no quería hablar de mí mismo. A Mario Vaquerizo ya le conoce todo el mundo, porque siempre se muestra tal y como es. Me propusieron hacer un libro para niños. Dije que no, porque no sabía si estaba capacitado, sobre todo porque a los niños no hay que tratarlos como tontos, son muy inteligentes. Como me gustan los retos, al final acepté, con la condición de hablar de mis roqueros favoritos. Para mí el rock es una actitud ante la vida. Los roqueros son personas que son dueñas de su vida y que han hecho de sus aficiones su modo de vida.

- Un ejemplo de esto es que incluye a Mozart entre esos "roqueros"...

-Hombre, es que no deja de ser un revulsivo en el ámbito de la música clásica, y en su vida se comportó como una rockstar que se iba a dar conciertos a las cortes de los palacios. Su obra ha perdurado. Esa es la verdadera esencia del rock and roll. Por eso también pongo entre mis roqueros favoritos a Lola Flores. Y a los Ramones, que técnicamente eran muy limitados, solo tenían cuatro acordes, pero cambiaron el rumbo de la música. En el libro doy una versión muy poco prejuiciosa de lo que es el rock and roll, no sigo dogmas. Si me gusta Elvis, me gusta el del 68 y el del 73, cuando decían que ya estaba acabado. Pasó de actuar para niñas, cuando le censuraban por mover mucho las caderas, a hacerlo para señores mayores en los casinos de Las Vegas con unos monos impresionantes, que me parece que es lo más.

- Hablando de prejuicios y censuras, el primer perfil-cuento del libro es el de Michael Jackson. Tras el polémico documental "Leaving Neverland" [en Netflix] y las acusaciones de pederastia, para muchos Michael Jackson no casa bien con los niños...

--La gente es muy tonta y no sabe lo que es escribir un libro. Que yo haya elegido a Michael Jackson para abrir el libro no tiene nada que ver con la polémica que se ha desatado ahora con el documental, porque cuando se entregó el libro, el documental aún no se había emitido. No me arrepiento. Voy a seguir reivindicando la figura profesional y artística de Michael, porque al no ser dogmático ni políticamente correcto tengo la capacidad de separar muy bien la vida personal de la profesional y artística. Lo que hiciera Michael Jackson en su día a día no me interesa. Si hizo ese tipo de cosas es deleznable, pero no por ello voy a obviar la calidad artística de Michael, que ha roto moldes y que me ha influido muchísimo. Respeto que haya gente que no pueda volver a escuchar un disco de Michael después de lo que haya hecho. Tampoco era muy normal que saliera con un niño de la mano... Pero la gente es muy inculta. Cuando se murió Bowie, mucha gente se puso el rayo en la cara. Pues me alegro, pero cuando vivía le llamaban maricón por teñirse el pelo, maquillarse y darse besos con Lou Reed.

- [Antes de que el periodista pueda preguntar qué le parece que la BBC y otras emisoras hayan decidido no emitir más canciones de Michael Jackson, Mario Vaquerizo dispara más rápido su respuesta].

-Me hubiera dado mucha rabia no haber podido descubrir la obra de Michael Jackson por lo que hizo en su vida personal, que fue horroroso. Pero yo tampoco querría tener una madre como la de esos niños, que decidió escapar y dejar que sus hijos durmieran con un señor mayor. O culpamos a todos o no culpamos a nadie. A los niños hay que inculcarles el gusto por la música desde pequeños. A mí me entró con la película "Grease", que para muchos es una mierda, y sin embargo para mí es lo más, porque gracias a ella soy quien soy. En mi infancia no leía novelas ni tebeos, sino el "Superpop", y gracias a esa revista descubrí a gente como los Bee Gees, Tequila, Rod Stewart... Si hubiera hecho caso a lo que me decían de pequeño, hubiese jugado al fútbol. Voy a seguir escuchando a Michael Jackson.

- Le tengo que preguntar por la "rockstar" viguesa del libro, Silvia Superstar...

-Es la estrella gallega más internacional. Está la Estrella Galicia y Silvia Superstar. Es lo mejor que tenéis. Bueno, junto con Santiago Apóstol, la catedral y la Plaza del Obradoiro, que desde 2007 con las Nancys no he actuado en Santiago y quiero volver a hacerlo allí. Yo antes de ser amigo de Silvia era fan, así que eso de que "no conozcas a tus ídolos" es un cliché absurdo como el "sexo, drogas y rock and roll". Silvia representa la esencia del rock and roll, se ha hecho a sí misma, ha pasado por todo tipo de situaciones y no espera el reconocimiento de los demás. No tuvo complejos en explotar su imagen, porque es una sex symbol. Los dos venimos de Bowie, de Kiss, de un mundo en el que la música es tan importante como la imagen. Es un alma gemela y me encanta formar parte de su vida.

- También era fan de Alaska mucho antes de conocerla. Compró el disco de Alaska y Pegamoides en 1983, con solo ocho años...

-Cuando me casé con Alaska se vendió la historia del fan que se casa con su ídola... Yo me casé con mi mujer, con una chica de la que me enamoré, porque me parecía total, y sé separar muy bien una cosa de la otra. Cuando me acuesto con Olvido no me acuesto con Alaska, sino con mi mujer. Sería muy neurótico pensar que me estoy follando a mi estrella favorita. Cuando la veía en "La bola de cristal" me interesaba más lo que hacía Javier Gurruchaga en "La cuarta parte". Cuando me enamoré de Olvido me enamoré de mi jefa, porque yo era su "promocionero". Y claro que la admiro. Cuando hizo ese suicidio comercial al terminar Dinarama y fundar Fangoria la echaron de la casa de discos, y mira dónde está ahora. Esa es la verdadera esencia del rock and roll: hacer en cada momento lo que tú crees, gustando a dos o gustando a diez mil, lo importante es que te gustes tú.