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Las mejores peleas de nuestra vida

Sería injusto no chasquear los dedos ante el resultado global: brillante

A la derecha, Robert Downey Jr.

Un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Haber visto "Vengadores: endgame" te obliga a escribir con mucho tiento para no soltar algún spoiler que arruine parte de la función al aficionado (forofo o mesurado) que aún no se haya tragado las tres horas del espectáculo montado por los Russo para cerrar el gran círculo ocioso que Joss Whedon abrió hace años a lo grande con una primera entrega memorable. Y nunca superada.

"Vengadores: Infinity War" jugaba con fuego calcinando sin recato a varios personajes esenciales y llamando a rebato al mejor villano de los últimos tiempos, ese Thanos interpretado majestuosamente por Josh Brolin (qué buenos son los malos cuando dan el papel a actores de cuerpo entero) que quería soltar un guantazo al universo con un simple chasquido. Cascadas de lágrimas inundaron las salas de medio mundo al ver cómo seres queridos de la galaxia Marvel se convertían en polvo y otros menos relevantes mordían el ídem para siempre. Claro que ese golpe bajo tenía truco y todos sabíamos que algo se sacarían de la manga para darle la vuelta a la Thortilla. Y así ha sido: el peor enemigo del futuro siempre es el pasado, y más cuando partimos de historietas en las que cualquier cosa es posible porque nos movemos por el terreno de la fantasía sin control. El caos de la mentira convincente. Si creemos que un señor con pijama y capa puede volar o que Michael Keaton puede ser Batman, ¿por qué vamos a criticar las incongruencias que salpican el guión de "Endgame", y que comparte con otros títulos de planteamientos similares atrapados por paradojas sin soluciones plausibles?

Arranca la película con mucho dolor que huele a fracaso y frustración. A derrota inapelable. Los halcones tienen el ojo cerrado por el llanto, los hombres de hierro han visto cómo se oxidaban sus convicciones y los capitanes patriotas se han quedado sin el escudo del coraje y el compromiso, reducidos al papel de asesores emocionales que ni siquiera saben cómo espantar sus propio demonios. Hay que pasar el duelo, hay que convivir con las ruinas. Pero esto no es un drama intimista en el que los reproches de los supervivientes vuelan como dagas envenenadas. Aquí se puede llorar por un tiempo pero hay tareas pendientes que no admiten demora. De la oscuridad se pasa a una cierta jocosidad en la que el Reino Cuántico impone sus leyes imposibles y las Viudas Negras se tragan sus lágrimas doradas. Si la historia invoca el control del caos, el guión se empeña en dejarlo libre trayendo a colación personajes, tramas, subtramas, guiños, homenajes y rescoldos de casi todo el universo marveliano. Para los devotos, las tres horas se hacen cortas. Para los espectadores que no acuden con reclinatorio, tanta acumulación puede provocar cierta confusión (en el mejor de los casos) o algo de fatiga.

No destaca "Endgame" por sus soluciones más humorísticas por estirar demasiado el chiste (el Thor barrigudo, el Hulk/Banner que consigue que la bestia y el hombre convivan armoniosamente, el pesadito de Ant-Man...), pero, por fortuna, las artimañas cómicas son muy secundarias. Lo que han trabajado a fondo los creadores es el artificio dramático, y es ahí, curiosamente, donde los Russo muestran una mayor personalidad con la cámara, y no en los derroches de efectos digitales con los que apabullar. Se pondera mucho la épica y prolongada batalla final, pero está lejos de ser tan poderosa como la que coronaba "Infinity"... o la más modesta de la primera entrega. No, este ¿punto final? a Los Vengadores dejará huella en sus adoradores por la sucesión de reencuentros que van atravesando las imágenes con una cadencia muy inteligente. Los hay previsibles entre héroes que atisban tras una ventana a su amada que..., y los hay inesperados y doblemente conmovedores entre un padre (o una madre) y un hijo que... Los hay impactantes entre los que vuelven y los que... Los hay emocionantes entre un holograma y una personita que... Y los hay realmente hermosos, como el que cierra de forma extraordinaria la película con...

Quizás echamos de menos una salida de escena más grandiosa al desdichado, lúcido y abominable Thanos, el diosecillo inevitable que nunca miente y jamás perdona, y en el clímax final sobran algunas apariciones atolondradas y otras importantes se quedan demasiado escuetas, pero sería injusto no chasquear los dedos ante el resultado global: brillante.

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