--En el libro cuenta que cuando nació Alaska solo pesaba kilo y medio, pero que su madre, América, se negó a que la metieran en una incubadora y prefirió darle calor con sus brazos. ¿Qué tal se lleva usted con su suegra? Debe de ser una mujer de armas tomar...

-¿Con mi suegra? Fenomenal. Sacamos de quicio a Olvido. América y yo somos iguales. Tenemos la misma actitud, ese ADN pragmático y resolutivo que nos ha dado la vida, y estamos dotados de mucha inteligencia emocional. Somos personas muy fuertes que hemos pasado por circunstancias muy adversas, pero no nos regodeamos en el drama. Queremos que la vida siempre sea comedia. Adoro y venero a mi suegra, igual que le pasa a Olvido con mi hermana, que son cuñadas y son las dos mejores amigas, y a mi suegra con mi madre, que quedan para jugar al póker y al bingo. Una vez le preguntaron a mi suegra sus amigas: "¿Y si separa Mario de Olvido?". Y ella contestó. "Me quedo con Mario". Cada vez que voy a su casa me hace el picadillo cubano, que es mi plato favorito. No la he metido como roquera en mi libro porque todavía no canta.

- Este es su quinto libro; no sé si ha plantado un árbol... ¿Y tener un hijo? ¿Le hubiera gustado "ser mamá", como cantaba su amigo Fabio McNamara?

-¡Ay, Fabio! Me hubiera encantado ser padre, sí. A mí los niños se me dan muy bien. Pero soy profesional hasta para ser padre. La llamada a la paternidad me llegó hace unos cuatro años, tenía como 40, pero quiero que mi hijo sea de Olvido, y ella no tiene instinto maternal. Por otro lado, sería muy injusto meter todos los fines de semana a mi hijo en la nancy-furgo para acompañarme a dar concierto. Vengo de unos valores muy tradicionales, y si tengo un hijo es para estar con él y hacer lo que tiene que hacer el niño: llevarlo al parque los sábados y no meterlo en un internado. He decidido ser el tío abuelo de los niños de mis amigos. Los malcrío y no tengo la responsabilidad de educar. Ser padre no es fácil. La edad pesa, y yo hubiera sido en realidad un abuelo. Cuando tienes 45 años no tienes la misma energía que cuando tienes treinta.