Los casos de sarampión se han disparado en todo el mundo debido a que en los últimos ocho años una media anual de más de 20 millones de niños no han recibido la vacuna pertinente, que se administra en dos dosis, lo que dificulta alcanzar la llamada "inmunidad colectiva" para esta enfermedad vírica. Es lo que señaló el pasado jueves el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) , en el marco de la Semana Mundial de la Vacunación. Y, al contrario de lo que pueda parecer, no se trata solo de un problema de accesibilidad en los países en vías de desarrollo. Lo paradójico es que se ha dejado de vacunar en países tan avanzados como Estados Unidos y Francia.

La ciudad de Nueva York afronta un brote de sarampión que comenzó el pasado octubre y ya acumula 390 casos, la mayoría de ellos en las comunidades judías ortodoxas de Brooklyn, en niños y adultos que no se han inmunizado contra el sarampión o no completaron todas las vacunas requeridas. Ayer se reportó el primer caso de sarampión en el condado Suffolk, también en el Estado de Nueva York. En el vecino condado de Rockland, a las afueras de la ciudad, también hay un brote y la cifra ya suma 200 casos.

En la costa oeste, la cuarentena por sarampión ordenada por las autoridades sanitarias de Los Ángeles afecta a más de 650 personas de dos universidades públicas, tras alcanzar casi el millar.

Lo que agrava el problema es la globalización. Según datos del proyecto Globalization101, de la Universidad Estatal de Nueva York, una persona infectada puede transmitir una enfermedad desde casi cualquier parte del planeta hasta otra en menos de 36 horas.