El evento de danza Vigo Porté tiene, desde hace seis años, su fecha marcada en la agenda del bailarín, coreógrafo y director artístico Javier Castillo, "Poty", a quien primero cautivó la pasión por el baile de su artífice, Lorena López, y después la calidad de sus concursantes. El artista cántabro volverá a presentar y a presidir el jurado de la octava edición, que se celebrará en el Auditorio Mar de Vigo del 3 al 5 de mayo. "Hago encajes de bolillos para poder venir a Vigo. Es algo que tengo pegado al corazón", asegura.

- Lo suyo con Vigo Porté fue un flechazo que se ha consolidado con el tiempo. ¿Qué le animó a aceptarlo?

-Te podrás imaginar que me presentan muchos proyectos, pero con Vigo Porté me pasó una cosa muy curiosa. Una de las bailarinas de "!Mira quién baila¡" que había participado en el certamen me habló de él y me dijo que Lorena [López] quería hablar conmigo. La llamé, hablamos y surgió algo a través del teléfono. Su pasión por el proyecto y por el baile... Enseguida me dije: "Yo quiero formar parte de eso".

- ¿Con empeño todo es posible?

-Hoy está en boga el "sí se puede", para la política, para ascender al Everest, para recuperarte de una enfermedad. Es una frase muy resolutiva; vale para todo, pero el "sí se puede" de Lorena era algo que estaba justificado. Por eso, mientras quieran seguir contando conmigo, ahí estaré. No me lo quiero perder.

- La afición al baile es cada vez mayor. ¿Han contribuido a ello programas como "!Mira quién baila¡" ?

-Yo creo que con este tipo de programas ha habido un antes y un después en las escuelas de baile. Bailar existe desde los primeros tiempos: danzas de guerra, para que llueva... El baile es algo que está muy presente en nuestras vidas, pero cuando la gente tiene opción de decidir es cuando ve que otras personas con dos pies izquierdos como ellos son capaces de bailar. Y es que todo el mundo puede, y es más, debería bailar porque es salud para la mente y para el cuerpo.

- ¿Hay que sacudirse la vergüenza?

-Sí, porque en el baile el factor vergüenza aparece de una forma desmesurada. Enseguida nos arrancamos a cantar, pero bailar es otra cosa, porque en la sala de ensayo el primer enemigo que te encuentras es el espejo y primero tienes que aceptar lo que ves en él.

- En las academias sigue habiendo más niñas que niños, ¿por qué?

-No sé, porque el baile no es una profesión de mujeres o de hombres. Es cierto que durante muchos años las niñas hacían ballet y los niños judo o jugaban al fútbol, pero esto ya se está perdiendo. Cuando yo decía que quería bailar me miraban mal. Esto, afortunadamente, hoy no pasa.

- ¿Cuál es la situación para quienes quieren hacer de la danza su profesión?

-La situación es complicada. En Alemania hay una compañía de teatro y de ballet mínimo por ciudad. En España tenemos un Ballet Nacional y o tienes la opción de entrar o te comen los lobos. Pero bailar no es solo ser miembro del Ballet Nacional; hay infinidad de opciones: puedes ser coreógrafo, maestro de ballet, director de videoclip, dirigir giras de cantantes... Yo también pensaba lo mismo, pero a mí se me abrió un universo de posibilidades que ni siquiera podía imaginar cuando dejé el Ballet Nacional. Esta es una profesión muy corta y que requiere mucho sacrificio, pero llena de posibilidades. Solo hay que abrir la mente.