La noche de Navidad de 2017 marcó un antes y un después para dos personas, para José Enrique Abuín Gey, alias "El Chicle", y para la joven de Boiro víctima de un intento de rapto y de agresión sexual. Para él, porque la denuncia de la joven precipitó su detención, aunque los agentes ya le consideran el principal sospechoso del crimen de Diana Quer, que por entonces llevaba casi 500 días en paradero desconocido. Para ella, a la que le "cambió la vida totalmente", como contó ayer ante el tribunal que juzga el caso, protegida por un biombo, porque pasó de ser una persona "supersociable" y con ganas de salir a alguien que "apenas sale de casa o habla con sus amigos", que sigue "teniendo pesadillas" y despertándose de noche "cada dos horas" y con "cada ruido" que escucha.

Las versiones de ese día que ambos ofrecieron ayer, en la primera jornada del juicio oral contra "El Chicle" por intento de rapto, una especie de prefacio a su cita con la justicia por el caso de Diana Quer, también fueron diferentes. El acusado, que según el relato del ministerio fiscal tenía la "clarísima intención de abordar" a la joven, "introducirla en el coche", "privarla de libertad de comunicación y movimientos" y luego "atacarla sexualmente" y que por varios delitos pide 15 años y diez meses de prisión, aseguró que ese día salió de casa con el objetivo de "sustraer gasoil" y que tras encontrarse con la joven cuando se dirigía a su coche, "como necesitaba dinero", le "pidió" el móvil. "Solo fue eso, nada más", recalcó ante el tribunal, ante el que se excusó por no poder hablar más alto: "No me quiso dar el móvil, forcejeamos y no recuerdo nada más", a lo que añadió: "Ella se fue, yo la dejé ir".

Los recuerdos de esa noche de Navidad de 2017 de la joven, quien aseguró reconocer al acusado como su atacante, son bastante diferentes. Según su declaración, este llegó a introducirla en el maletero del coche y ella a temer por su vida. "Solo pensaba: intenta salir de aquí, porque como cierre el maletero no sales", proclamó en su comparencia, programada a continuación de la de Enrique Abuín. La chica explicó que primero el encausado, que le interrumpía el paso con la puerta del coche abierta, la agarró y le pidió el móvil. Pero ella se negó reiteradamente a entregarle el terminal y le ofreció 20 euros y que al final, y tras un momento en el que el acusado cambió de actitud "bruscamente" para decirle que se trataba de una broma, se "abalanzó" sobre ella y la "empujó" al maletero.

Habló incluso de "rasguños" por sus esfuerzos y de moratones que aparecieron al día siguiente. "No sé en qué momento abrió el maletero", explicó, y añadió: "Él intentando meterme y yo haciendo fuerza con los pies, pidiendo auxilio, socorro, ayudadme, gritando lo máximo que podía para que alguien me ayudara, y él en todo momento "dame el móvil, dame el móvil, no chilles, no chilles que te clavo, dame el móvil", y yo resistiéndome lo máximo que podía e intentando incorporarme para poder salir", explicó la joven, que llegó a tener solo las piernas fuera. Sus palabras se entrecortaron cuando indicó a la fiscal que "hubo un momento" en que cree que su agresor intentó cerrar el maletero, en cuyo interior pudo observar algo claro, "sábana", "toalla" o "manta".

Era tal la situación, contó, que llegó a tocar con sus manos el filo de lo que cree que puede ser un "cuchillo", o un objeto similar, pero luego pensó: "Deja el cuchillo, porque, como te cortes, no te puedes salvar, no puedes hacer nada, ya no te puedes defender". Pero incluso en ese momento también se resistió a entregarle el móvil a su atacante. "Porque era la única forma de salvarme. Si en algún momento cerraba la puerta para poder llamar a la policía", alegó. Tras intentar "negociar" con él, explicó que consiguió incorporarse y salir y que vio a dos personas, los dos jóvenes que la auxiliaron y que también comparecieron ayer como testigos, corroborando su versión. "Fue mi salvación", explicó la chica.

Por su parte, Abuín Gey basó su turno en negaciones y detalles que no pudo, dijo, recordar. Así, rechazó haberla rodeado con sus brazos -alegó que tiene movilidad "algo reducida" de la extremidad superior derecha, si bien admitió que pudo haberle agarrado la mano del móvil con la izquierda-, el haberle puesto en la nuca un objeto metálico o cortante -esa noche dijo que llevaba una palanca-, el haberle exigido meterse en su vehículo o el empujarla al maletero. "La dejé ir", indicó.

En el punto del maletero hizo hincapié su defensa, a la que el acusado explicó que no abre "completamente", que el botón de dentro "no funciona" o que "no sería fácil" meter a una persona dentro. Tampoco admitió que su voz fuese la de la grabación de whatsapp que la víctima hizo "sin querer" porque estaba intercambiando mensajes con sus amigos a través de la plataforma y además proclama que no vio a los chicos que auxiliaron a la joven, sino que se enteró, dice, por la prensa.