La familia de Diana Quer espera el señalamiento del juicio por el crimen de la joven, y mientras estará pendiente de la otra causa que afecta al asesino confeso de su hija, José Enrique Abuín Gey, el Chicle, que responderá del rapto de otra chica.

Será la semana que viene cuando este hombre, interno en el penal de Mansilla de las Mulas, en León, se siente en el banquillo por esa tentativa de secuestro que precipitó su detención por el asesinato de la adolescente madrileña, que pereció a los 18 años.

Para la familia Quer, según ha revelado el letrado que se encarga de su representación legal Ricardo Pérez-Lama, es importante este caso, que "revela la peligrosidad de este individuo", y así lo ha desvelado en declaraciones a la prensa a su salida del juzgado de Ribeira (A Coruña) después de un trámite en el cual no ha estado el Chicle.

Los días 10, 11 y 12 de este mes el único sospechoso del crimen de Diana Quer responderá ante la justicia de una tentativa de secuestro, cometida el 25 de diciembre de 2017, y el Ministerio Público, en su escrito de acusación por tal caso, sostiene que Abuín Gey esperó a la víctima, que iba entretenida con su móvil, en un lugar con iluminación escasa y sin viandantes, dejando encendido el motor de su turismo y abierta la puerta del conductor.

Todo este operativo con la "clarísima intención de abordarla, privarla de libertad de comunicación y movimientos", y de conseguir introducirla en el vehículo para luego poder atacarla sexualmente.

Pérez-Lama ha confesado que para ellos "es importante" el esclarecimiento de lo sucedido entonces "porque los perfiles de las víctimas y el modus operandi es similar" al que el Chicle habría empleado también en la retención de Diana Quer en agosto de 2016.

Diana Quer caminaba, como la joven de Boiro, absorta escribiendo mensajes en su teléfono cuando el acusado, sostiene la Fiscalía, actuando con el propósito de privarla de libertad de movimientos y de comunicación y de atentar contra su libertad sexual, la abordó y se abalanzó violentamente sobre ella, arrebatándole, además, su móvil para que no pudiese pedir ayuda.

En el caso de Boiro, dos chicos que escucharon los gritos de la muchacha asaltada fueron claves para que el Chicle desistiese. Uno de ellos retuvo la matrícula del Alfa Romeo gris.

Y, ha dicho Pérez-Lama, suerte "tuvo ella de no acabar como Diana", que no pudo recibir socorro. Esta otra joven ha pedido amparo a la justicia para preservar su identidad por lo que, aunque acusado y víctima comparecerán en la primera jornada de la vista, ésta lo hará tras un biombo.

Ya sobre el caso de Diana Quer, la vista preliminar de esta mañana será la última convocatoria en el juzgado de Ribeira, dado que tras la misma el juez debe enviar ahora la totalidad de la documentación a Santiago, pues será en esa ciudad donde se celebre el juicio en una fecha pendiente de fijar.

Pérez-Lama ha manifestado que su petición será que el caso se juzgue mediante un tribunal de jurado, tal y como ya aprobó en su día la Audiencia Provincial.

Para la acusación es de vital importancia que en el transcurso del juicio se tenga en cuenta la revisión de la autopsia que supuestamente demostraría que existió agresión sexual.

"Es algo obvio, como dice desgraciadamente el padre de la niña, no la desnudó para llevarla a misa precisamente", ha señalado este abogado. Además, en la vista de hoy se realizó, a petición de esta acusación, una prueba grafológica para confirmar la autoría por parte del Chicle de la misiva que envió a sus padres, en la que les decía que estuviesen tranquilos porque su abogada le había asegurado que iban a pedir homicidio y que a los siete años "estaría fuera".

De este modo, se ha comprobado que esa carta, incorporada al sumario, fechada el pasado 14 de febrero y redactada en gallego, es de la autoría del Chicle, algo que para la acusación es "importante a la hora de ir a juicio" dada la diferencia de penas que reclaman acusación y defensa.

Al igual que la Fiscalía, la acusación particular pide por el caso Quer prisión permanente revisable para el Chicle, como culpable de agredir sexualmente y asesinar a la chica, y le reclama una indemnización para sus padres, Juan Carlos y Diana, de 254.000 euros y de 36.000 para su hermana menor, Valeria.

En el escrito de acusación, el fiscal solicita prisión permanente por asesinato, una pena de veinte años de prisión e inhabilitación absoluta durante el tiempo de la condena por el delito de detención ilegal, así como doce años de prisión e inhabilitación absoluta durante el tiempo de la condena por el delito de agresión sexual.

Mientras, la defensa que ejerce la abogada de oficio María Fernanda Álvarez entiende que lo sucedido es constitutivo de un delito de homicidio imprudente, que implica una pena de 2 años y 6 meses de cárcel.

Precisamente esta letrada ha hablado por primera vez esta mañana, a su llegada al juzgado, y ha recriminado que el proceso se convierta en un juicio mediático, algo que ve "contraproducente" por lo que conmina a no abrir "una corriente de opinión" sobre el sospechoso.

"Yo no voy a hacer ningún tipo de declaración porque el contribuir a crear una corriente de opinión respecto a la inocencia o culpabilidad de un acusado me parece absolutamente contraproducente", ha dicho, y ha pedido una reflexión al respecto.

"Hoy se está juzgando a José Enrique Abuín, mañana puede ser cualquiera de nosotros y estoy convencida de que todos queréis que se respeten las garantías judiciales", ha expresado.

"Si no queréis que se vuelva a la Edad Media y a la ley del ojo por ojo y diente por diente sin juicio previo, hay que respetar los derechos de los demás", ha esgrimido, y ha reclamado "respeto" para su labor como abogada de oficio.

Además, ha remarcado la importancia de la presunción de inocencia para que todo el mundo tenga derecho a una defensa digna: "Ojalá durante mucho, mucho tiempo, tengamos todos derecho" a ello, ha deslizado.

Con todo, ha manifestado que pese a este alegato, "la defensa en absoluto es insensible al dolor de la familia de Diana Quer", que salió el 22 de agosto de 2016 a una fiesta en su lugar de veraneo, en la localidad costera de A Pobra do Caramiñal (A Coruña), y de esa romería jamás regresó.