Al cine no va uno nunca solo; le acompañan siempre sus gustos, sus disgustos... y sus prejuicios. Me sentaba en la butaca bastante poco dispuesto a enfrentarme a "¿Qué te juegas?". El póster, Leticia Dolera, Amaia Salamanca, comedia romántica de enredos... "¿Qué podía salir bien?", me preguntaba a mí mismo sabiendo la respuesta en mi infinita sabiduría. Y resulta que la de Inés de León es una película realmente estupenda, que le busca las cosquillas a las risas, repleta de guiños para los cinéfilos, fresca pero medida...

Para empezar, esto es una screwball comedy en toda regla: diálogos rápidos e ingeniosos, situaciones absurdas y sin frenos y un aire juguetón, granujilla y pícaro. Es un género al que se recurre poco; quizás el último screwball en condiciones fue aquella formidable "Abajo el amor". Y de eso hace ya más de 15 años. Echaba de menos a ese Peyton Reed y, mira, qué bien que me lo haya encontrado, en parte. Hacía tiempo que no detectaba en una película el espíritu lúdico (todos disfrutaron en este rodaje, hasta el que llevaba los cafés, y se nota) y genuinamente chorra (¿qué mensaje hay aquí, qué lectura podemos sacar de la historia? ¡Ninguno! ¡Bravo!) que impregna "¿Qué te juegas?". Todo es de colores en el filme de De León.

Por supuesto, la cinta no puede mantener el nivel de hallazgos cómicos o el propio ritmo de la historia y el final, también por la propia conclusión, por el propio cierre de tramas, es algo premioso. Pero incluso en los momentos más previsibles, más anodinos argumentalmente, Inés de León y su equipo le buscan los tres pies al gato, insisto, sin inventar nada pero componiéndolo todo con gusto, guasa y ganas de hacer disfrutar. Y ahora cojo mis prejuicios y me los zampo uno a uno, por enterao.