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Dumbo vuela bajo

De nuevo, el Imperio Disney empeñado en convertir sus clásicos de animación en actualizaciones que provocan el desánimo

Dumbo vuela en una escena de la película. // The Walt Disney Company

No hay un director tan mimado por Hollywood como Tim Burton. Tras su obra maestra indiscutible, "Ed Wood", el cineasta ha alternado modestos proyectos personales (la maravillosa "Big fish", la singular "Frankenweenie", la fallida "Sweeney Todd: El barbero diabólico de la calle Fleet" o la irregular "Big eyes") con encargos que, aparentemente, encajaban como un guante de seda y acero en esa imagen de realizador con un mundo personal de fantasía desbordante, abigarradas formas y retoques oscuros. Lo malo es que "El planeta de los simios", "Charlie y la fábrica de chocolate" y "Alicia en el país de las maravillas", que parecían tener en él al autor ideal, fueron una terrible decepción. Con "El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares" parecía encontrar un frágil equilibrio entre lo que esperaba de él la industria (un gran espectáculo con derroche digital) y lo que sus desconfiados admiradores deseaban (atmósferas de góticas resonancias, calambrazos visuales inesperados, turbias corrientes de tristeza, desamparo y coraje).

Y ahora, "Dumbo". De nuevo, el Imperio Disney empeñado en convertir sus clásicos de animación en actualizaciones de carne y hueso (bueno, de digital y hueso) que provocan el desánimo. La historia del elefantito volador de " big eyes azules" tiene muchos puntos en común con algunos personajes icónicos de la filmografía burtoniana. Claro que sí. Lo malo es que esta puesta a punto presta una atención desmesurada (y plana) a los seres humanos. A la gente que habita en el circo. La esencia del cuento se evapora y aparecen las costuras demasiado evidentes de una narración hinchada, paquidérmica, cargada de lugares comunes. Los guiños al original parecen parches puestos a la nostalgia (la pluma mágica, el ratón amigo, los elefantes rosas...) y los momentos de vuelo impresionan al principio, hasta que pierden la gracia.

El reparto está correcto en líneas generales (salvo Michael Keaton y DeVito pasadísimos), tiene unos créditos iniciales potentes, la música de Danny Elfman no calla ni debajo del agua y hay saturación de mensajes buenistas de saldo. ¿Entretenida? Sí. ¿Lustrosa? Sí. ¿Y Burton? Ni está ni se le espera.

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