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Dores André Rodríguez: "La danza te obliga a vivir el momento y a no pensar en el pasado ni el futuro"

"Hay que trabajar mucho y es complicado, pero tuve la suerte de que me dieron buenos papeles mientras era solista", afirma

Dores André Rodríguez: "La danza te obliga a vivir el momento y a no pensar en el pasado ni el futuro"

La semana ha sido muy intensa para Dores André (Vigo, 1985), con dilatadas jornadas de hasta 12 horas que alternan los últimos ensayos con los estrenos de la nueva programación del Ballet de San Francisco, uno de los más importantes del mundo. "Esta parte del año es muy frenética porque actuamos todos los días excepto los lunes. Es un trabajo que te exige ser muy disciplinada pero cuando te gusta lo llevas bien", asegura la bailarina que ha dado vida a los personajes principales de Giselle, El Cascanueces, Romeo y Julieta, Don Quijote o Frankenstein, pero también a los de piezas neoclásicas y contemporáneas como las del cartel actual.

"Es lo que más me gusta de esta compañía, hacer ambas cosas te permite aprovechar todas tus facetas artísticas. Por eso, aunque estoy muy lejos de casa, me parece la mejor opción. Los clásicos son atractivos porque requieren mucha técnica y trabajo y supone un reto ser capaz de hacerlos. Y en el repertorio contemporáneo consigues poner una parte de ti, se convierte en algo muy personal", explica Dores, que se integró en la compañía en 2004, con 19 años, fue promocionada a solista en 2012 y, desde 2015, es una de las bailarinas principales.

"Hay que trabajar mucho y es complicado, pero tuve la suerte de que me dieron buenos papeles mientras era solista. Es un rango complicado porque estás a medio camino y puedes tener muchas ocasiones de demostrar tu valía o no", reconoce.

Su rol actual supone el escalón más elevado, pero Dores asegura que "hay que seguir luchando" para brillar sobre el escenario: "Tienes otro tipo de responsabilidad. La madurez y la experiencia ayudan, pero requiere un talante y la seguridad de saber que estás preparado".

A la viguesa le resulta difícil decantarse por alguno de sus grandes papeles clásicos -"Todos representaron algo especial en cada momento y fueron un desafío"-, aunque cita a Romeo y Julieta por constituir "una de las historias más atractivas". Quizá también por sus dotes para la interpretación. "No soy la más técnica, las partes dramáticas son las que mejor se me dan y donde estoy más cómoda. Pero todo es cuestión de practicar y de mejorar cada día", puntualiza con el tesón propio de una gran bailarina.

El elenco de la compañía, de carácter internacional e integrado por uno 80 bailarines, cuenta con otros dos españoles, Jaime García y Diego Cruz: "Somos una pequeña gran familia. Esta vida resulta un poco imposible de otra forma. Y es fácil convivir porque no hay unas reglas a las que acomodarse, las ponemos nosotros, y todos nos sentimos de aquí".

"La danza te obliga a concentrarte, a vivir el momento y a no pensar ni en el futuro ni en el pasado. Y esta forma de ser me parece muy atractiva en un mundo como el actual en el que no soltamos el teléfono y estamos pensando en cada momento qué es lo siguiente que haremos", reflexiona.

Dores dio los primeros pasos de ballet en su ciudad natal con la profesora Esperanza Arrondo." Iba a clase con mi hermana pequeña y tenemos un montón de vídeos jugando o pegándonos", recuerda entre risas. A los 11 años empezó a tomárselo "en serio". Ganó un concurso en Torrelavega y una beca para la Escuela de Danza María de Ávila, por la que han pasado algunos de los mejores bailarines del país, pero sus padres decidieron esperar a que cumpliese los 13 para marcharse a Zaragoza. "Nunca me dije que éste sería mi futuro, era algo que me gustaba y el día a día me fue llevando", comenta.

Trabajó durante un año en la compañía Maggio Fiorentino de Florencia y, después, en el English National Ballet de Londres antes de recalar en la formación de San Francisco, nacida en 1933 como la primera profesional de EE UU. El islandés Helgi Tomasson la dirige desde hace más de tres décadas y además de girar por el país recorren los principales escenarios del mundo.

"Para el público de San Francisco el ballet es parte de sus vidas. Vienen todo el año, es algo increíble. Y si en España hubiese un poco más de constancia en las programaciones podría pasar lo mismo que en otras ciudades europeas como Londres o París", opina Dores.

El año pasado regresó a Zaragoza para actuar con algunos de sus compañeros de San Francisco en el Teatro Principal y le encantaría debutar algún día en Vigo, adonde vuelve, al menos, dos veces al año. "Iré al acabar la temporada para intentar no comer demasiado. Echo en falta las cigalitas de la ría, el lacón con grelos y el jamón serrano. A mi padre le encanta cocinar y ¡es un peligro mortal!", bromea.

Aunque bañadas por distintos océanos, ambas ciudades guardan muchos paralelismos: "Las vistas y el clima son parecidos. Aquí hay grandes cuestas y en Vigo todo es una cuesta. San Francisco es una ciudad muy bonita, cómoda y acogedora, aunque también muy cara por el boom de Silicon Valley. Es la más europea del país. Y la gente, como en toda California, es amable y liberal. Por eso lloraban cuando ganó Trump. Nadie lo esperaba y la mayoría no votó. Es lo que suele pasar". Por eso, ella siempre intenta hacerlo, además este año con mayor razón porque su madre forma parte de la lista del BNG a las municipales: "Es algo con lo que tienes que estar comprometido como ciudadano. La democracia es de todos pero hay que estar implicados y evitar así que se convierta en una oligarquía".

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