Tu peor enemigo eres tú

El Óscar al mejor guión logrado por "Déjame salir" dejó claro que Jordan Peele había caído en gracia a la industria con su astuta propuesta: mezclar la denuncia social con el género de terror incrustando un humor ácido que podía llegar a ser desconcertante. Sus logros anunciaban un director interesante, aunque sus errores obligaban a ser prudentes y no echar las pantallas al vuelo antes de tiempo. Que luego se frustra uno. Por fortuna, Peele ha corregido los tiros fallidos y ha depurado no solo su estilo visual (que en ocasiones recuerda a Brian de Palma, o sea, a la estela hitchcockiana remasterizada) sino también su trazo de escritura, evitando los subrayados innecesarios y los paréntesis inocuos que afeaban su película anterior.

A partir de una buena idea que hubiera entusiasmado a Richard Matheson o, incluso, a Philip K. Dick, y que podría encajar reducida en las maravillosas series fantásticas de la televisión americana en los años 50 y 60 ("The Twilight Zone" a la cabeza) Peele construye un entramado de terror y denuncia que sigue, en esencia, la idea de "¨Déjame salir", pero con una mayor amplitud de miras y una contundencia dramática más evidente. Incluso su sentido del humor tiene más fuerza y alcance, resuelto con naturalidad y firmeza.

A partir de la figura del doble, tan querida por autores imprescindibles como Poe, Peele dispara con bala contra el sueño americano, y lo hace sin estridencias y con una austeridad digna de admiración, bien arropado por un reparto magnífico y un derroche de pequeños detalles interesantes.