La trabajadora con plaza más joven del Consulado de España en Nueva York es viguesa. Su vocación por la política y la administración pública se forjó mientras estudiaba en el colegio Martín Códax, pero también el arte está impreso en su ADN. Es nieta del escultor Juan Oliveira y su padre dirige el Ateneo Atlántico. Llegó a Manhattan en 2016 y, desde el pasado octubre, Cora Cabada (Vigo, 1993) fusiona ambas facetas en su departamento "preferido", la oficina de asuntos culturales. Desde allí promociona y da soporte a los artistas españoles -Serrat y Sara Baras han actuado en las últimas semanas- y organiza eventos como la reciente inauguración en Ellis Island de una exposición fotográfica sobre la emigración gallega a la que asistieron el presidente Feijóo y Cristina Pato.

"Es una suerte levantarse cada día para ayudar a que la imagen de tu país tenga un hueco y un reconocimiento en una ciudad tan importante a nivel internacional y en la que se decide todo. Promocionar la cultura ayuda al turismo y la economía de España. Nuestra misión es apoyar tanto a la gente consagrada como a los que están empezando y resulta muy gratificante. En breve presentaremos un libro de poetas españoles que viven aquí y que fueron reunidos por un autor de A Guarda. Nueva York es una ciudad que inspira y crea talento, te da muchas posibilidades de crecer", celebra.

Cora estudió Ciencias Políticas en la Complutense de Madrid durante el 15-M: "Los fundadores de Podemos eran mis profesores y mucha gente de mi clase entró en el Congreso o la Comunidad de Madrid. Me di cuenta de que los jóvenes sí podíamos cambiar cosas". De forma simultánea, cursó la carrera de Gobierno de Instituciones y Relaciones Internacionales en el Centro Universitario Villanueva y vivió un año "erasmus" en Florencia. En 2015 se fue a Rotterdam con una beca de la Fundación Paidea para trabajar en una ONG que desarrollaba proyectos para la UE. Y poco después pudo "hacer realidad un sueño" al viajar a Kenia con otra beca de voluntariado.

Su siguiente destino fue el Consulado, que la seleccionó para hacer prácticas: "Salieron plazas y preparé los exámenes por probar. No daba crédito cuando conseguí una de las cuatro vacantes. Tuve suerte porque a mis amigos en España les cuesta conseguir trabajo y que les valoren sus estudios. Aquí si te esfuerzas es posible. Nueva York es la ciudad de las oportunidades, pero nadie regala nada", destaca.

Desde su llegada, ha recorrido todos los departamentos: la oficina de visados, donde atendió a famosos de ambos países relacionados con el fútbol, la moda o el cine; el servicio consular, visitando a españoles encarcelados; o la secretaría del cónsul general, Rafael Conde. También le ha correspondido el teléfono de emergencias: "Te pueden llamar en cualquier momento y a mí me han tocado todos los atentados ocurridos en Nueva York desde 2016. Al principio te pones muy nerviosa, pero aprendes a hacer un poco de psicóloga y a tranquilizar a la gente".

Fue observadora internacional en las últimas presidenciales de EE UU y estas semanas ayuda en las tareas relacionadas con el voto exterior español. "Para mí es un lujo participar. Durante las elecciones catalanas viví mis momentos más tensos desde que llegué, con protestas a la puerta del Consulado. Y ahora hay mucho interés por las generales, yo creo que la participación de los residentes de aquí será mayor", comenta.

Cora está acostumbrada a trabajar con intensidad, pues la misión cultural recae en el cónsul encargado, Juan José Herrera, y en ella: "Somos pocos y con un presupuesto reducido, pero nos esforzamos en proyectar la imagen de España. También organizamos un festival de jazz con otros países europeos y colaboramos con las universidades de Nueva York. Y tienes la oportunidad de conocer a grandes artistas y de asistir a momentos tan emocionantes como el del otro día en el New York City Center cuanto todo el público se puso en pie para aplaudir a Sara Baras".

"En esta ciudad pasan cosas nuevas todos los días y la oferta cultural es enorme. Y además mi trabajo me permite un crecimiento no solo profesional, porque tienes que enfrentarte a problemas muy diferentes, sino también personal", añade.

Cora intenta regresar a Vigo siempre que puede, aunque en el Consulado está "rodeada de gallegos". "Somos muchos en la plantilla. Y si te vas a comer a la Casa Galicia es como si estuvieras ahí. También tenemos el restaurante Tomiño en Manhattan y acaban de estrenar el Mercado Little Spain de José Andrés y Adrià", recuerda.

Nuestra tierra es bastante desconocida para los neoyorquinos y ella casi prefiere que siga así: "Les gusta mucho Barcelona y son muchísimos los que estudian en universidades españolas. Cuando estaba en visados se reían mucho porque le decía a todo el mundo que visitase las Cíes. Pero lo bueno de las Rías Baixas es que sigan un poco escondidas".