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Aitana Ares: "Científicos y músicos compartimos la capacidad de esfuerzo y la cabezonería"

La coordinadora del Laboratorio de Fitopatología del Instituto Pedro Nunes (Coímbra) busca soluciones biológicas frente al chancro del kiwi o la bacteria Xylella fastidiosa, recién detectada por primera vez en Portugal

La bióloga betanceira Aitana Ares, ante la figueira estranguladora, un símbolo del Jardín Botánico de Coímbra.

Recorrió las explotaciones gallegas de kiwis durante dos años tras la aparición de los primeros focos de chancro bacteriano, la enfermedad más grave desde los orígenes de este cultivo, para conocer su extensión y sintomatología y caracterizar el microorganismo que la origina. Su estudio, que constituye una tesis cum laude, ayudó a la detección de esta patología y a tomar medidas en la región que lidera la producción en España. Hace dos años, la bióloga Aitana Ares (Betanzos, 1985) cruzó la frontera para coordinar el Laboratorio de Fitopatología del Instituto Pedro Nunes (IPN) de Coímbra, donde participa en proyectos relacionados con el control sanitario del kiwi y la peligrosa bacteria Xylella fastidiosa, detectada por primera vez en Portugal el pasado enero.

Titulada por la Universidad de A Coruña y con un máster en Biología Molecular por la de Santiago, desarrolló su tesis en la Estación Fitopatológica de O Areeiro (Pontevedra) y durante el último año empezó un máster a distancia de la Pablo Olavide de Sevilla en Análisis Bioinformático. La oportunidad de continuar su carrera como investigadora le llegó desde el país vecino a través de una beca postdoctoral del Centro de Ecología Funcional de la Universidad de Coímbra.

El IPN tiene como misión promover la innovación y transferir el conocimiento y la tecnología al sector productivo del país. De hecho, uno de sus grandes proyectos, el I9K, nació en respuesta a las necesidades de los productores de kiwi, que conforman un consorcio junto a los investigadores.

Aitana se ocupa de los estudios relacionados con la Psa, el patógeno del chancro. "Buscamos métodos de control biológico que sustituyan a los pesticidas y que están basados en el uso de bacterias que se encuentran de forma natural en las propias plantas y que pueden ejercer una función antagonista, controlando o atenuando la enfermedad. Para ello, analizamos el microbioma y secuenciamos el genoma completo de algunos de esos microorganismos".

El proceso científico, sin embargo, no siempre avanza tan rápido como les gustaría a los agricultores. "Sufren grandes pérdidas económicas y quieren respuestas más rápidas, pero lograr un método eficaz resulta muy complejo porque influyen muchos factores exógenos, como la meteorología o las condiciones ambientales, que además son diferentes en cada región. A veces no existe la solución total y hay que aprender a convivir con los patógenos. Además cuando ya conoces uno, llega otro nuevo y debes empezar de nuevo", explica sobre su trabajo.

La betanceira acaba de regresar de una estancia de tres meses para aprender técnicas de secuenciación y bioinformática en el Instituto de Agricultura Sostenible del CSIC en Córdoba, donde se analizan brotes de X. fastidiosa en olivos y almendros. La bacteria, que apareció en España en 2016, todavía no ha sido detectada en Galicia pero Portugal confirmaba su primer positivo el pasado enero en una planta de lavanda de Vila Nova de Gaia y Aitana forma parte de la red iberoamericana CYTED IBER-XYFAS para su vigilancia.

La betanceira se siente muy bien acogida en Coímbra, a pesar de que echa en falta el mar, y junto a su fiel compañero Lus, un perro labrador, cruza la frontera casi cada fin de semana para reunirse con su pareja, familiares y amigos. La investigación es su pasión y acepta la movilidad que conlleva, aunque en su día dudó entre este camino o el de la música, la profesión que sí ha seguido su hermano Javier.

"Estudié violín y piano hasta grado medio y después intenté combinarlo con la carrera pero era imposible. Mis padres nos transmitieron la constancia y el positivismo y son estudios que te dan una disciplina que te ayuda en todo. Científicos y músicos compartimos la capacidad de esfuerzo y la cabezonería. Tienes que tener fuerza de voluntad, paciencia y ser una hormiguita cada día", resume la betanceira, que incluye entre sus lemas una frase de Einstein: "La diferencia entre un hombre inteligente y uno tonto es que el primero se repone fácilmente de sus fracasos, y el segundo nunca logra reponerse de sus éxitos".

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