La mitad del salmón que se consume en el mundo se cría en los fiordos noruegos. La elevada productividad del país nórdico tiene dos amenazas: la evasión de ejemplares de las jaulas y los piojos marinos. Estos ectoparásitos le cuestan al sector unos 1.500 millones de euros al año y desde hace algunos años se combaten con un método más ecológico, introduciendo lumpos - Cyclopterus lumpus- que se alimentan de ellos. Alberte Chapela (Tirán, 1971) trabaja como biólogo en la planta de cultivo del grupo Steinvik Rensefisk en el municipio de Bremanger, que ostenta el récord de producción en el mundo: 33 millones de ejemplares en 2018.

"La normativa sanitaria es muy restrictiva respecto a la concentración de parásitos y las soluciones químicas van en contra de la política medioambiental del país. Así que se pusieron en marcha varias iniciativas y la del lumpo fue la única que cuajó. Tiene una ventosa con la que se adhiere a los salmones y se alimenta del parásito Lepeophteirus salmonis, en realidad, un pequeño crustáceo. En Escocia también se produce como un pez limpiador pero a una escala mucho menor. El cultivo en Noruega empezó en 2011 y en la actualidad es la tercera especie de pez con mayor producción", explica Alberte.

Desde que se incorporó a la planta en 2015 se ocupa de los parámetros biológicos y oceanográficos del cultivo: "Mi trabajo está relacionado con la primera fase, la más crítica, cuando eclosionan las larvas y hay que darles el primer alimento".

En estado salvaje, el lumpo - rognkjeks en noruego- está presente desde el Ártico hasta el norte de España. Sus huevas se comercializan como sucedáneo del caviar y puede llegar a los 60 centímetros.

Las principales empresas acuícolas de Noruega -Marine Harvest y Leroy Seafood- tienen capacidad para autoabastecerse de estos peces limpiadores, pero Steinvik Rensefisk los vende al resto de compañías, además de servir a sus propias plantas de salmón -tiene 7 en varias localidades incluida Bremanger-.

"Todos los peces son vacunados contra las principales enfermedades que tiene el salmón en las zonas donde serán introducidos y se transportan en barcos o en camiones cisterna. El método de cultivo está bastante establecido, pero hay ejemplares que comen más parásitos que otros y se está estudiando si se debe a una base genética o está relacionado con el sexo", añade Alberte.

Ya contaba con experiencia en el ámbito de la acuicultura en Galicia -donde sigue trabajando como perito judicial o de parte- cuando decidió dar "el salto" en 2014 y emprender "una aventura familiar" con su mujer y sus dos hijos: "Mi padre trabajó como marinero en barcos noruegos pero yo no había estado aquí. Pensé que era el momento de probar e hice un viaje exploratorio para tantear el mercado. Empecé trabajando en Bergen en una empresa de servicios de petróleo y después me vine a Bremanger".

El idioma es un factor clave y el moañés superó el reto de dominar los dos dialectos oficiales: "Aunque el nivel de inglés es alto, necesitas hablar noruego para integrarte. Y ser bilingüe es una ventaja a la hora de aprender. En Bergen se habla bokmal, que es la variante mayoritaria en el país y está más influenciada por el danés. Y al venir a Bremanger tuve que aprender el nynorsk, la lengua de los vikingos. Los noruegos son tan correctos y respetuosos que si una persona que habla nynorsk se encuentra con el rey no va a cambiar de dialecto. El problema es que tampoco te corrigen y así es muy difícil mejorar", comenta entre risas.

Cuando buscaba trabajo, Alberte acompañó su currículo con una divertida fotografía de toda la familia. "Ademas de la formación, en este país se le da mucho valor al hecho de tener hijos y también es una garantía de que no te vas a ir. Es un buen lugar para probar suerte si estás pensando en venir con tu familia, y las oportunidades están en núcleos como Bremanger más alejados de las grandes ciudades, adonde llegan todos los jóvenes del país y hay más competencia", recomienda.

El municipio, con la superficie de la península de O Morrazo y solo unos 3.000 habitantes, se encuentra en una isla comunicada con el continente por un túnel subterráneo y conectada por ferry con las ciudades más próximas. Los hijos de Alberte, de 8 y 10 años, disfrutan de uno de los mejores sistemas educativos europeos. "Es muy fácil conciliar porque tenemos una flexibilidad alta. Además la cultura del trabajo es cooperativa", destaca.

Y el frío, añade, no es un problema. "Una expresión noruega dice que no hay mal tiempo, sino mala ropa. Ellos duermen con las ventanas abiertas y los niños de la guardería salen a la una al patio llueva o nieve", comenta Alberte. Eso así, muchos disfrutan de sus vacaciones en Canarias: "Algunos conocen el Camino de Santiago pero el norte de España es el gran desconocido en Noruega".