Si la palabra cáncer es una de las más temidas en la consulta, cuando ésta hace referencia a un niño es un golpe terrible para toda la familia. En la actualidad, en Galicia, se diagnostican aproximadamente 80 nuevos casos de cáncer infantil cada año, según estimaciones del Sergas. La cifra, que casi duplica a las ofrecidas en años anteriores, no hace referencia a un incremento de la incidencia sino a una mayor precisión en la recogida de datos, señalan las mismas fuentes.

En Galicia existen 180 menores afectados, de los que 68 se corresponden con la provincia de Pontevedra, un 37,7 por ciento del total. Entre las patologías más comunes entre los menores de 14 años están la leucemia, seguida de lejos por los tumores cerebrales y los linfomas No-Hodking y Hodking.

Aunque terrible, el diagnóstico no es desesperanzador puesto que las estadísticas subrayan que el 78 por ciento de los menores superan la enfermedad, un dato que refleja que desde el año 1980 la supervivencia ha aumentado un 43 por ciento. "El porcentaje de éxito en el tratamiento ha aumentado mucho en las últimas décadas, pero ese porcentaje todavía supone que dos de cada diez niños no superan la enfermedad y por eso la única tasa de supervivencia asumible es la del 100 por cien", aseveraron esta semana desde la Asociación de Ayuda a Niños Oncológicos de Galicia. De hecho, el año pasado fallecieron 12 menores, 7 de ellos en la provincia de Pontevedra y los cinco restantes en A Coruña, según las estadísticas de la AECC.

Para seguir reduciendo la mortalidad, es fundamental la investigación. Esta misma semana se conocía que investigadores del Instituto Josep Carreras y la Universidad de Cantabria han descubierto que el genoma de la leucemia linfoblástica aguda pro B del lactante -que casi siempre tiene un diagnóstico fatal- es el más estable de cualquier cáncer pediátrico secuenciado hasta el momento. El estudio, pionero en Europa y publicado en la revista Haematologica, también ha detectado un biomarcador crucial para el pronóstico de este tipo de enfermedad.

Del mismo modo, otro proyecto financiado por la AECC, y desarrollado en el Instituto de Neurociencias de Alicante por María Domínguez, ha logrado mostrar que la inflamación es un factor clave en la progresión de la leucemia linfoblástica aguda pediátrica, ya que oculta a las células tumorales impidiendo que el sistema inmune las detecte. El objetivo del estudio, publicado en Cell Reports, es hallar fármacos más eficientes y seguros.

"A la investigación se le va a dar un impulso mayor, todavía, en los próximos años. De hecho, parece que uno de los objetivos estratégicos del próximo programa Marco de Investigación de la UE va a ser, precisamente, abordar aspectos todavía desconocidos de tumores pediátricos", asevera el gallego Xosé Ramón Bustelo, presidente de la Asociación Española de Investigación sobre el Cáncer (Aseica).

Al respecto del primer estudio, liderado por la Fundación Josep Carreras y la Universidad de Cantabria, Bustelo recuerda que el investigador principal, Pablo Menéndez, colaboró para el estudio con un genetista y bioinformático de la Universidad de Santander. "Secuenciaron el genoma de un tipo de leucemia infantil muy rara que surge ya a nivel embrionario, antes de que nazca el paciente. En el trabajo encontraron un gen alterado en algunos pacientes que tienen mejor supervivencia que los pacientes que no lo poseen", explica. El experto, referente en la lucha contra el cáncer, recuerda que "afortunadamente la incidencia del cáncer infantil es muy baja desde un punto de vista poblacional" y también destaca que "los porcentajes de supervivencia a largo plazo son muy buenos". "Hay mucha gente que lo ha padecido y que hace una vida adulta como cualquier otra persona", apunta.