En esta ocasión el mérito del descubrimiento de la especie marina que inspiró a Ridley Scott en la criatura protagonista de la saga Alien recae en Mía, una perra de la raza Golden Retriever. Como cada sábado, su propietario, el ex patrón mayor de la Cofradía de Pescadores San Francisco de Vigo, Julio Alonso, paseaba con ella suelta a lo largo y ancho de playa de Samil. Pero de repente, Mía se paró en seco y comenzó a ladrar. Con la vista clavada sobre la arena, la perra insistía tanto en el ladrido que dirigía hacia su dueño que Alonso acabó por hacerle caso. "Al principio creí que se trataba de una junta tórica o un envase de silicona, o algo así. Estaba perfectamente contorneada, transparente. Nunca había visto algo parecido", relata. Si hasta ese momento le parecía extraño solo por la forma, cuando cogió uno de los "barriles" con la mano y observó las diminutas criaturas moviéndose en su interior hasta se preguntó bromeando con el amigo que le acompañaba: "¿Extraterrestres?". Su perra localizó al menos diez de esas cápsulas, todas ya sobre la arena. "La perra iba parando y cada vez aparecían más. Así que decidimos que llevarlos al Instituto del CSIC", explica. Para este veterano marinero este hallazgo prueba que "lo que hay en esta ría de Vigo no lo hay en ningún lado".