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Francisco Sosa Wagner: "El profesor de Universidad tiene la misma movilidad que el Doncel de Sigüenza: nula"

"Los másteres, con precios disparatados, han convertido los campus, a los que antes accedían todas las clases sociales, en lugares de élite"

Francisco Sosa Wagner. / Nacho Orejas

Un cuadro de Arcimboldo, aunque en vez de frutas y verduras había decanos cejijuntos, vicerrectores curvilíneos siempre imantados hacia el poder, protosecretarios y secretarios corraleros, del corral donde se reparten las prebendas, gerentes dispuestos a gerenciar lo que se pusiera a tiro, muestras de un alumnado domesticado...

Dice Francisco Sosa Wagner (Alhucemas, 1946) que hay dos formas de contar las experiencias "amargas" de la vida: "a la tremenda o con humor". Tras "no conseguir nada" con la primera fórmula, que utilizó en su libro "El mito de la autonomía universitaria", ahora el catedrático de Derecho Administrativo y exeurodiputado denuncia, en "Novela ácida universitaria", la "degradación" de la actividad académica española tirando de ironía. Un sarcasmo que se puede leer en las primeras líneas de esta entrevista, en las que se reproduce un extracto de su última publicación. Sosa Wagner fue profesor de la Universidad de Oviedo y es colaborador de FARO DE VIGO.

-¿Por qué una novela ácida?

-Cuando uno se jubila -hace un par de años que salí de la Universidad- y ve la vida con un poco de distancia, puede hacer una especie de resumen de todo lo experimentado. Yo tengo especial sensibilidad por analizar el comportamiento humano y me tomo a broma muchas cosas. Por eso, se me ocurrió hacer eso que llamo "Novela ácida universitaria. Aventuras, donaires y pendencias en los claustros". Es una descripción sin contemplaciones de la degradación que vive la Universidad española. El resultado es una hiperrealista naturaleza, que todavía no está muerta, pero sí claramente moribunda.

-En el fondo es una crítica al sistema universitario...

-Exacto, es una crítica al estúpido y asfixiante papeleo existente en estos momentos; al lenguaje de rectores, ministros y consejeros, que repiten constantemente palabras huecas, sin significado, como competitividad, innovación de la calidad, escaparates tecnológicos, programas operativos... Todo eso, cuando uno toma un poco de distancia, le provoca risa. Aunque esa degradación universitaria se proyecta en cuestiones muy importantes. Fíjese en la selección del profesorado. No se puede creer, pero es así: los candidatos a las cátedras y a las plazas de profesor titular son los que nombran a los miembros del tribunal que los va a juzgar. Esto no se ha producido nunca en la Universidad española. Y luego está el negocio lucrativo y engañoso de los másteres, que han cobrado una dimensión delictiva, parece ser, en alguna institución, pero que en términos generales se ha introducido en la Universidad española. Yo me pregunto qué tiene de bueno eso. Aparte de que los precios son disparatados. Los másteres han hecho que la Universidad se convierta en un lugar de élite después de haber sido un sitio de acceso a todas las clases sociales. Y no hablemos de las elecciones a rectores, que están llenas de trampas... Todo esto lo denuncio en mi libro con tono humorístico, teniendo en cuenta que la denuncia en plan riguroso y serio no sirve para nada.

-¿Queda algo bueno en la Universidad?

-Por supuesto, lo que queda es la labor callada de muchos profesores. Personas que, en sus seminarios, en sus laboratorios o en sus clases, están sufriendo todo esto. Personajes que, en definitiva, hacen de la Universidad lo que tiene que ser: un oasis de pensamiento, trabajo y crítica a la sociedad. Lo que pasa es que lo que se ve desde fuera es lo que han introducido unas élites universitarias.

-Se refería hace un momento a la opaca selección del profesorado. ¿Cree que ése es uno de los motivos de la alta endogamia docente existente en la Universidad de Oviedo?

-No es una cosa de la Universidad de Oviedo. Yo llegué a la institución asturiana en el curso 1975/ 76, porque salió una plaza en Derecho Administrativo. Me presenté, la saqué y me fui de Madrid para instalarme en Asturias. Hoy sería imposible que una persona de fuera llegase a la Universidad de Oviedo como catedrático. Esto entenderá que es una monstruosidad. Pero no es una circunstancia especial y singular de la Universidad asturiana. La Universidad de Sevilla es igual, la de Santiago de Compostela es igual, la de León es igual... Todas son iguales. Yo suelo decir que el profesor universitario tiene la misma movilidad que el Doncel de Sigüenza. O sea, nula.

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