Las principales compañías tecnológicas del mundo tienen sede en el centro de Dublín: Microsoft, Facebook, Twitter o Google, cuyas oficinas ocupan casi una calle completa. Las de la estadounidense Dropbox, con 500 millones de usuarios de sus servicios en la nube en todo el mundo, comparten edificio con Slack y también barrio con Sana y LinkedIn. El ingeniero informático Paulo Rodríguez (Ourense, 1979) ha asistido a este resurgir del "tigre celta" desde su llegada al país en 2003: "Hay mucho que aprender de la visión estratégica del Gobierno irlandés. Todas las grandes compañías están aquí y la demanda y la competencia por el talento es brutal. Es un entorno muy bueno y tienes unas oportunidades de aprender y de crecimiento espectaculares".

Titulado por la Escuela de Informática de Ourense, ha desarrollado toda su carrera profesional en Irlanda, salvo un año durante el que volvió a Galicia como responsable de sistemas de un periódico, y antes de entrar en Dropbox trabajó en Oracle, Symantec, Amazon y Google, además de realizar un máster en el Trinity College que le permitió completar su currículo técnico con capacidades para la gestión y coordinación de equipos.

Hoy se ocupa, como director de preventa técnica, de un equipo de diez profesionales que trabajan desde cuatro países para desarrollar soluciones adaptadas a empresas que quieren mejorar las políticas de seguridad o explorar las capacidades para compartir datos entre los trabajadores. Su área de cobertura es Europa, Oriente Medio y África, y parte de su tiempo lo invierte visitando las sedes de esas compañías, desde un gigante como la BBC a la escuela de negocios española IESE o la sede Cabify en nuestro país. "La nube es un concepto etéreo, pero el contacto humano es necesario", bromea.

"Dropbox resuelve un problema muy universal, cómo colaborar con otra gente. Y esto, en el mundo actual, hay que hacerlo desde Ourense, Chicago o Tokio. Por eso tenemos clientes en todo el mundo que, a su vez, se comunican en un entorno global. Las nuevas herramientas en la nube son muy democráticas, porque no requieren grandes inversiones y suponen una revolución brutal. La BBC recibe el mismo producto que un emprendedor gallego o que otro de Silicon Valley", destaca.

Como toda tecnológica que se precie, las sedes de Dropbox -tiene otras tres en Europa en Londres, Hamburgo y París- ofrecen un entorno de trabajo envidiable: "El diseño siempre ha sido una pieza principal de la compañía, que busca la sencillez en sus aplicaciones para facilitarle las cosas al usuario. Y esta filosofía también se transpira en las oficinas".

"Tenemos espacios para trabajar más aislados y concentrados cuando lo necesitas. Y la cantina es genial. Antes resultaba más fácil interaccionar, pero en cuatro años y medio hemos pasado de 35 empleados a más de 200. Muchas ideas que acabas implementando surgen en conversaciones de restaurante o en estos espacios para reconectar. Es un entorno muy bonito, creativo y dinámico", celebra.

En su equipo fomentan el buen ambiente con momentos de intercambio gastronómico. "Hemos creado una ONU en pequeñito y es fantástico. Procedemos de España, Irlanda, Croacia, Francia, Alemania y Siria, y cada vez que alguien va a casa o viaja tiene que traer algo dulce. Somos 'de bo comer' y la tarta de Santiago es un éxito garantizado", revela.

"Es un entorno muy agradable, me recuerda mi barrio de A Ponte Gran parte de mi familia trabajaba en Renfe y todos nos conocíamos. Me gusta y me motiva porque me permite ser yo mismo. Me lo paso bien trabajando", admite entre risas.

Y esto le permite sobrellevar mejor estar lejos de la familia, aunque regresa a menudo con su pareja Cristina, de Vigo, y las dos hijas de ambos de 2 y 5 años: "Hacemos una escapadiña cuando podemos porque para mí fue importantísimo crecer de niño junto a mis abuelos y quiero que ellas también tengan ese contacto y vivan entre las dos culturas. Yo no salí prácticamente de la burbuja hasta los 18, pero ellas ya son trilingües".