Un fraile que durante años se encargó de atender el santuario de O Cebreiro, y que se sentó ayer en el banquillo acusado de abuso sexual a dos menores, una adolescente y un primo de ésta discapacitado, y de usar a ella para elaborar pornografía, reconoció que "perdió el norte" y matizó que con la chica hubo consentimiento y con él nada ocurrió. Este caso, en el cual el Ministerio Fiscal solicita 17 años de cárcel para el religioso, se remonta a 2014, cuando supuestamente este hombre, que pertenecía entonces a la orden franciscana, contactó por primera vez con la adolescente de 16 años, a través de una red social.

Según la acusación, mantuvieron varios encuentros sexuales y el acusado logró convencer a la niña para que un primo suyo, de 20 años, los acompañase, aunque finalmente no llegó a mantener relaciones con él. El acusado, que entonces tenía 57 años, ha asegurado que "no sabía la edad" que tenía la chica, ni que fuese "menor", porque por su físico era "difícil" deducirlo. Ha manifestado que él "no era la única persona que estaba con ella", porque, según su versión, quedaba con otros hombres el fin de semana, aunque él se enteró de eso "bastante tarde". En el transcurso de su declaración, también señaló que fue la chica la que lo buscó a él, porque se presentaba "todos los días en el Santuario" de O Cebreiro, acompañada de su hermano, para ofrecerle su ayuda con trabajos que tenía que realizar.

La primera relación sexual se produjo, según ha declarado el fraile, un día en el que él tuvo que descargar "un camión de velas" y al terminar tenía "una lumbalgia terrible". De acuerdo con su relato, la chica se ofreció a "hacerle un masaje" y ambos terminaron manteniendo relaciones sexuales en la sacristía. Después de ese primer encuentro, el fraile ha admitido que volvieron a tener relaciones en la sacristía en varias ocasiones y al menos otras dos veces en la casa de su familia, en Trives (Ourense).

A preguntas de la Fiscalía, indicó que "estaba solo todo el día" y que se encontraba "muy deprimido" y, "aunque no es perdonable ni justificable" lo que hizo, ha insistido en que toda esta situación ha estado provocada por su estado anímico. "Me perdí, me dejé llevar, sin saber por quién me dejaba llevar", ha confesado el acusado.