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TESTIMONIO

Juan Carlos Sanz: "Mi padre salvó la vida de 50.000 judíos"

Ángel Sanz Briz, diplomático español, burló a los nazis en pro de la vida de cientos de personas en Budapest

Registro nazi en el gueto de Budapest en 1944. Mario Solera

Puede que su historia no sea tan conocida como la del famoso Schindler, pero lo cierto es que España también cuenta con un Justo entre las Naciones que quiso hacer la vida más fácil a algunos de los judíos que tuvieron que vivir el Holocausto. El pasado domingo se celebró el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto, contabilizadas en unos 11 millones de personas. Momento de la historia en el que Ángel Sanz Briz (Zaragoza, 1910) se alzó como una figura de la que es imposible no hablar.

Este diplomático hizo lo imposible para que hoy en día, entre supervivientes y sus descendientes, más de 50.000 judíos hayan podido vivir sus vidas plenamente, dejando atrás los terribles recuerdos del régimen nacionalsocialista de Hitler.

"En 1942 mi padre fue enviado a Hungría como secretario de la embajada, el segundo de a bordo. Dos años después, Hitler invade Hungría pacíficamente, pero siendo agresivo con los judíos, y mi padre, por entonces con 34 años, fue enviado a Budapest", cuenta Juan Carlos Sanz, hijo del diplomático y persona activa en la puesta en valor de movimientos contra los genocidios junto a organizaciones como Sefarad. En ese año, al final de la guerra, los nazis comienzan a cometer asesinatos sumarios y dan luz verde a campos de exterminio como el de Auschwitz. Es entonces cuando Sanz Briz decide actuar.

"Mi padre, por entonces, constata las aberraciones que se están cometiendo contra los judíos, ya que es el momento en el que empieza a haber asesinatos sumarios y se da luz verde a los campos de exterminio, y envía varios telegramas al Ministerio de Asuntos Exteriores en España para pedir si puede hacer algo. No recibe respuesta", comenta.

En ese momento, Franco tenía un conflicto de interés, ya que no quería saber nada de tratos con judíos, era un tema tabú y el Ministerio no se quería pronunciar. "Al ver que se da la callada por respuesta, decide actuar de 'motu propio' y se enfrenta a las autoridades nazis engañándoles", cuenta.

"Entre marzo y noviembre de 1944 otorgó 1.800 documentos de protección a familias judías", dice Sanz

Porque Sanz Briz se acogió a un antiguo decreto del Gobierno de Primo de Rivera del 20 de diciembre de 1924 que reconocía como españoles a los descendientes de los sefardíes expulsados por los Reyes Católicos en 1492. "Esa ley ya no era válida y él lo sabía", reconoce su hijo. Pero, ¿cuánto vale la vida de cientos de judíos?

"En Hungría, por aquel entonces, había muy pocos sefardíes, la mayoría eran asquenazí -nombre que se da a los judíos que se asentaron en Europa Central y Oriental-. De los 200 pasaportes que en un principio dio, solo 20 fueron a parar a manos de sefardíes, el resto fueron para asquenazí", sentencia Sanz. Pero el secretario, que durante la invasión de Hungría fue ascendido a diplomático principal en Budapest tras el cese de su predecesor, no dejó la cosa ahí. Entre marzo y noviembre de 1944 otorgó 1.800 documentos de protección a familias judías que finalmente protegieron la vida de un total de 5.200 judíos.

"Le llaman 'El ángel de Budapest'. Las cartas de protección no fueron lo único que hizo. Para proteger a todos los judíos alquiló 11 edificios"

Juan Carlos Sanz

"Para poder hacer esto metía a familias completas dentro de un documento. Si tenían esta carta estaban en buena posición", dice su hijo, que hace hincapié en el nombre que históricamente se ha dado a la figura de su padre. "Le llaman 'El ángel de Budapest'. Las cartas de protección no fueron lo único que hizo. Para proteger a todos los judíos antes de que salieran del país, ya que si les paraban las autoridades podían detenerlos, alquiló 11 edificios (por entonces conocidos como las casas España) donde los acogió. Por supuesto las condiciones eran pésimas, pero se preocupaba de darles cobijo, comida y medicinas", concreta Sanz, que además añade que "contrató seguridad para cada uno de ellos y cuando las SS intentaban entrar a llevarse a gente, le llamaban y acudía en su ayuda. Además, puso en todos la bandera de España para que parecieran edificios oficiales". Todo ello con el desconocimiento del Gobierno español.

"Mi padre se jugó su vida profesional y personal por salvar a toda esta gente"

Un esfuerzo titánico que en la familia de Sanz Briz sospechan que salió de su propio bolsillo. "No hay que darle mucha importancia a esto, ya que en un país en guerra estas cosas no conllevaban grandes cantidades de dinero", comenta Sanz haciendo hincapié en que lo importante fueron las vidas salvadas. "Mi padre se jugó su vida profesional y personal por salvar a toda esta gente y evitar que se siguieran cometiendo semejantes aberraciones. Por entonces Budapest era una ciudad peligrosísima más allá de los nazis, había bombardeos de las tropas aliadas continuamente".

Recién casado, con una hija y otra en camino, Sanz Briz envió a su familia en un tren hasta Irún, desde donde regresaron a Santander, donde vivían los padres de ella. "Aquellos que protegían a los judíos eran asesinados. Mi padre decidió que mi madre se fuera y supiese poco del asunto, por entonces estaba embarazada y temía que perdiera el bebé".

"Serio y recto"

"Serio y recto"

Con la llegada de la Unión Soviética a Alemania y la caída de Hitler, Franco devolvió a Sanz Briz a su país, donde puso todo en conocimiento del Gobierno. "Tuvo suerte, no hubo represalias contra él y siguió siendo diplomático después de haber podido salvar miles de vidas. Después de todo, el tema de los judíos no se tocó durante décadas en España", reconoce su hijo, más que orgulloso de la labor de su padre. "Para nosotros es un orgullo y un ejemplo a seguir, por eso algunas de mis hermanas y yo nos encargamos de colaborar en charlas y contando la historia de gente como mi padre. Es muy importante que la gente tenga presente que el genocidio nazi no fue el último, ha seguido habiendo y todavía hay. En Camboya, Ruanda, Irak y Siria y ahora mismo en Myanmar. El Holocausto es algo que se puede perdonar, pero jamás olvidar y hay que hacer los mayores esfuerzos para que esto no se repita".

Ángel Sanz Briz y el Holocausto en Budapest.

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Más allá de eso, Sanz recuerda a su padre como "un hombre serio y recto, al que le encantaba su carrera y tremendamente legalista. Lo que hizo en Budapest fue lo único fuera de la legalidad. Primero, engañando a las autoridades y también inventando un artilugio con el que numeraba las cartas de protección de tal manera que nunca pasaban del número 200. Añadía letras a los números para que no pasara de ese número. También falsificó los registros consulares para inscribir a los asquenazí con fecha atrasada".

Todo un ejemplo de humanidad que los hijos de Sanz Briz esperan que se contagie en los actuales conflictos. "Hay que despertar a la gente que sufre estas situaciones para que se inspire con historias como las de mi padre", asevera. Mientras tanto, 50.000 personas pudieron continuar con sus vidas gracias a la pericia de este zaragozano que culminó su carrera como diplomático en la Santa Sede, algo que siempre le hizo especial ilusión.

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