"Si hay algo que no tolera nuestro mundo es la lentitud", denunció el doctor en Filosofía y Teología, Francesc Torralba ayer ante un abarrotado auditorio de Club FARO. "En esta sociedad hiperacelerada, existe una grave intolerancia a la lentitud", abundó, "y hay procesos humanos que aún la requieren". Pensar está en ese grupo de necesidades y, por eso, 'pensar rápido' es, para el profesor Torralba, una contradicción en sí misma. El experto analizó cinco vértices de la sociedad actual; un pentágono -que dibujó en las mentes de los asistentes- para desgranar nuestro presente en su conferencia "Cómo sobrevivir en un mundo incierto e inestable".

El sacerdote y periodista Alberto Cuevas se encargó de introducir la charla del antropólogo y filósofo, por tercera vez en el Club, y en su ameno repaso del abultado currículo del catalán incluyó algunos datos más inéditos: su afición a la escalada, ser padre de cinco hijos, su aprendizaje de danés en Copenhague o pertenecer a la Junta directiva de Aldeas Infantiles SOS.

En su conferencia, el pensador diagnosticó un 'humus' cultural y social de nuestro tiempo, un mundo político, social, económico y cultural que se deshace, mientras emerge otro caótico y difícil de precisar. La volatilidad del presente, que supone la desaparición de empresas -a raíz de la crisis económica- de los valores, creencias arraigadas o vínculos, que dan paso a nuevas realidades son "difíciles de digerir", avanzó Torralba. También en el terreno de las relaciones personales, sobre todo, la 'volatilidad' es difícil de asumir y genera, además de inseguridad, mucho desasosiego e incertidumbre.

Además de la volatilidad y la aceleración, la saturación informativa es otro de los rasgos de esta sociedad. "Tenemos cantidades ingentes de estímulos", valoró Torralba que -gráficamente- aludió a que "nos pasamos la vida borrando mails". La post-verdad o 'fakenews' son parte de esa saturación a la que aludió.

Y otro de los elementos definitorios de nuestro presente es la falta de certidumbres. "El universo se caracteriza por la incertidumbre, lo que se traduce en un problema cuando se precisa hacer planes económicos o políticos de futuro. ¿Qué provoca esa falta de certidumbres?", ejemplificó. "Un sujeto temeroso que muy fácilmente se atrinchera en quienes le ofrezcan certidumbres, a pesar de no tenerlas". A esta frase, Torralba añadió: "En contextos de intemperie, cuando faltan certidumbres morales, religiosas o sociales, si aparece una especie de mesías político que ofrece certidumbres a granel, tiene éxito".

Por último, la interdependencia del mundo actual, tanto a nivel económico, como político y, sobre todo, medioambiental, fue otro de los rasgos a destacar. "La membrana es permeable y todo fluye", aludió como en la visión de un gran organismo vivo.

Frente a esas cinco ideas, Francesc Torralba propuso los valores que perviven y perduran en la sociedad y a los que también alude en su último libro, "Mundo volátil". Estos serían, a grandes rasgos, "ser amados y reconocidos" y también, tener felicidad.

Happyness. Ese gran concepto centró otro de los grandes desafíos presentes (y pasados) a los que aludió el profesor. "La gran estafa de nuestro mundo es confundir placer y felicidad", destacó, en relación a que ya Aristóteles planteaba una clara diferenciación entre ambas cuestiones. "El placer es necesario en la vida, pero el deseo de felicidad subsiste". La agudeza de Francesc Torralba reparó en un detalle: "Cada veinte segundos se publica en el mundo un libro sobre la felicidad; cómo alcanzarla. Es un claro síntoma de hasta qué punto hay infelicidad". El profesor de Ética reparó sobre el anhelo y, también, sobre el 'itinerario' para conseguir ser felices.

Y es que "el anhelo de felicidad va parejo al de ser reconocido y ser amado" como constantes de la sociedad que traspasan a las características propias de este momento histórico.

Aunque -aseguró- no era el bjeto ni de su estudio ni de la conferencia, a preguntas del público, el experto valoró la "política espectáculo" de "mensajes emotivistas", la "política del tuit" donde el "discurso y la argumentación han quedado en un plano marginal, pero que tiene eco y captación de votos". La única alternativa a esa 'propaganda', para Torralba, "es formar a ciudadanos con pensamiento crítico y capacidad de discernir quién quiere embaucarlos con promesas irrealizables, y quien plantea proyectos realizables con esfuerzo".