El aumento de la resistencia a los antibióticos es una amenaza global, que se registra en todos los países del mundo y que puede afectar a cualquier ciudadano, con independencia de su edad.Tal y como explicó el jefe del Servicio de Microbiología del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), Germán Bou, la resistencia a los antibióticos "es inherente a la propia vida". "Estos fármacos funcionan matando o impidiendo que crezcan las bacterias, pero también puede ocurrir que algunos de esos microorganismos cambien, se hagan más fuertes y se propaguen. Cuanto más a menudo se use un antibiótico, más probabilidades habrá de que las bacterias se vuelvan resistentes", advirtió.

Los antibióticos son moléculas que destruyen a los microorganismos bacterianos y pueden ser de dos tipos: bacteriostáticos, si inhiben el crecimiento de las bacterias, o bactericidas, cuando las matan directamente. Sin embargo, hay que tener en cuenta que no todos los procesos infecciosos están producidos por bacterias.

"Si un paciente sufre una infección causada por un virus y se le administran antibióticos no servirá de nada, ya que este tipo de fármacos no matan a los virus ni frenan su crecimiento", aclaró el doctor Bou. De ahí la importancia de someter a los pacientes a diagnósticos microbiológicos para saber si las infecciones están producidas por un virus o una bacteria antes de iniciar los tratamientos.