Mario (nombre ficticio) pasó de ser coleccionista a comprador compulsivo sin darse cuenta. "Llevo coleccionando desde que empecé a ganar dinero, aunque en cuanto me hice consciente de que era un problema reflexioné y me di cuenta de que lo hacía incluso desde niño, nunca dejaba un álbum de cromos sin completar", explica. Su afición se convirtió en un problema cuando su obsesión hizo que nunca fuese suficiente el dinero que tenía. "Cada vez tenía más gastos y el dinero nunca me llegaba. Hay personas que roban, pero yo lo que hice fue endeudarme pidiendo préstamos a escondidas", indica. Y es que llegó un punto en el que ya no había posibilidad de comprar en tiendas físicas los libros y cómics y acudió a internet. "A través de la compra online di rienda suelta a todo lo que necesitaba, mi obsesión por coleccionar", confiesa.

"A mí lo que me obsesionaba era el momento de buscar los libros que quería, era un subidón. No el hecho de tener las cosas, sino el momento de comprarlas", añade. Su afición le obligó a adaptar su casa con decenas de estanterías para guardar todos los cómics y también repartió parte de su cada vez más extensa colección en la casa de su madre y, antes de vivir juntos, en la de su pareja.

Fue en 2016 cuando afrontó un problema que a punto estuvo de costarle su familia. "Lo peor que le puede pasar a un comprador compulsivo es que consiga más dinero, y por buena suerte, o tal vez por mala, cambié de trabajo y pasé a cobrar más del doble. Mi pareja se había hecho cargo de un primer préstamo, así que no debía nada al banco, solo a ella, y seguí comprando y gastando de nuevo más de lo que ganaba", añade. La primera medida fue acudir a un psicólogo, pero al no mejorar la situación llamó a Agaja, una asociación sin ánimo de lucro centrada en las adicciones sin sustancia, como la ludopatía o las compras compulsivas, como era el caso de Mario. "Fui con mi pareja para demostrarle que en realidad yo no tenía ningún problema, pero lo primero que me dijeron fue que era un adicto", relata. A partir de ahí inició un proceso que incluyó restricciones del teléfono móvil y de las tarjetas bancarias, así como un rígido control del dinero. También, añade con nostalgia, deshacerse de su colección.