Tras 18 años viviendo en Lituania y siempre viajando con su arte por todo el mundo, el artista Lino Lago ha regresado a Redondela. Tampoco será una vuelta definitiva. "Me gustaría vivir en Estados Unidos cuando mis niños sean independientes", explica el pintor, que comenzó a exponer con 15 años. "Nunca pensé ser otra cosa que artista", admite.

- ¿Cuáles son las razones de su regreso?¿Qué se trae de sus años en el extranjero?

- Me cansé del frío de Lituania. Vivir fuera te da una perspectiva nueva de tu país de origen, y eso es lo más importante que me traigo. Digamos que vuelvo más español de lo que era y entendiendo mejor el lugar de donde salí.

- Su última colección, "Fake Abstract", ha aparecido en "The New York Times", ¿cómo ha sido esa relación?

-Contactaron conmigo para encargarme un cuadro para ilustrar un artículo. Su profesionalidad deja con la boca abierta, literalmente cuidan cada milímetro de la publicación. Este mes también aparece mi obra en "Vogue Italia" y el mes que viene en "Elle USA". También salieron y saldrán pronto varias portadas de libros en España, Estados unidos o Italia. Nunca había hecho este tipo de trabajo y me sorprendió mucho el éxito de esta serie nueva de pinturas.

- Usted no escatima en críticas hacia su propio sector, pero es uno de a los que mejor ha sido tratado por la crítica y el público. ¿Sigue renegando?

-Sé que unas pocas figuras importantes critican por lo bajo pero no se atreven a hablar en público. Reniego absolutamente y vivo en la vergüenza permanente de pertenecer al gremio de los artistas. El artista como lacayo del poder ha existido siempre, pero nunca como hoy. Ni la Iglesia con su Inquisición tuvo en la antigüedad a tanto artista servil bajo a sus pies. Sonará escandaloso a los artistas actuales, que desconocen esto, como casi todo. Alguna culpa tiene el sistema funcionarial y político que arrasó con la educación. Sobre las buenas o malas críticas a mi trabajo hago oídos sordos, no valen nada.

- Como artista hiperrealista fue de los primeros en utilizar la burla como recurso artístico y también la mezcla de estilos, combinando fotografías con pintura, collages... ¿Ha tocado todo? ¿Se siente más cómodo en alguna faceta?

-Me apasiona la pintura. No solo por eso, pero pintar es una burla contra la academia, ya que la academia hoy no pinta. Hace otras cosas que tienen que ver más con cuentos de hadas y la caza de subvenciones que con el arte.

- ¿Tiene prevista alguna exposición en tierras gallegas?

-Estoy trabajando para varias galerías en distintos países, aunque aquí también. Este verano expuse en A Coruña. He tenido más éxito fuera que aquí y voy a donde me llaman. El camino esta lleno de errores, sorpresas, experimentos, aprendizaje, sustos, éxitos... Entretenimiento no falta.

- Entre sus reproches hacia los suyos subraya que se trata de un sector muy burgués, ¿ha terminado usted por aburguesarse?

-Yo sí. aunque quizá utilizase otro término, no burgués. Ser burgués es un honor para un artista o para cualquiera, ojalá hubiese más artistas burgueses. La burguesía fue la clase revolucionaria que rompió el Antiguo Régimen, es emprendedora e independiente, un lujo para la sociedad. Una artista gallega me soltó una vez que como lo que ella hacía no era comercial y "trabajaba" temas de "interés general", prefería que "todos" le pagasen lo que hace. Así está el panorama. El artista aquí desea ser abducido y subvencionado, un peón con espíritu funcionarial. El colmo de los colmos es que se vendan a sí mismos como activistas y abanderados de la libertad. Es intolerable. En Vigo hemos visto un claro ejemplo de esta desfachatez con el museo Marco. Los artistas sueñan con integrarse parasitariamente en el estado y dirigir la política cultural. La sociedad hace bien viviendo al margen de ese mundo cultural académico, eso da esperanzas.

- ¿No hay espacio para el optimismo?

-Para identificar a un artista hay que mirar solamente su grado de independencia. Si vende alguna ideología de moda o si va de activista, con toda seguridad es un fraude y un subvencionado de la academia que hoy gusta disfrazarse de activismo. La academia del mundo del arte resulta tragicómica en sus esfuerzos para intentar no parecer la academia que es. Cada vez le cuesta más esconderlo, pero tiene la ventaja de poder vivir de subvenciones y de ser su propio público, ya que la mayoría de lo que produce da vergüenza ajena. Yo mismo he pisado brevemente ese terreno institucional, vi el panorama y salí corriendo.

- Una actividad similar a la suya tiene Banksy, por ejemplo. ¿Qué opinión le merece con acciones como la fallida destrucción en la casa de subastas de "Niña con globo"? ¿Lo ve más como artista o como gamberro?

-Me resultan simpáticos algunos dibujos de Banksy. Es un producto de marketing puro y vacío. Los anglosajones saben vender cualquier cosa, como ese show infantil en Sotheby's. Hay mucho que aprender de ello.