En la trama argumental se colaron nombres reales -adaptados a la ficción, según aclaró Domínguez- como el célebre Padre Silva, artífice del Circo de los Muchachos en Ourense o el psiquiatra Santiago Lamas. "En Galicia fuimos muy duros con él, pero el Padre Silva hizo un proyecto gigante y una obra extraordinaria, pero cometió imprudencias por falta de tacto y era comunista", reflexionó Domínguez que sitúa en su obra al sacerdote en Lima.

El costurero siente pasión por la lectura y la escritura, una afición que le viene desde niño, cuando le hacen bibliotecario en el Seminario. Luego, su vida de estudiante está vinculada a esos "espacios luminosos". "Cada libro es como una escalera", asegura el creativo, que muestra -de palabra y argumento narrativo- su predilección por los clásicos grecolatinos. "Creo que lo mejor de la novela son los personajes femeninos", defiende.

Son muchos los escritores que le han acompañado en su vida. Empezó leyendo libros de aventuras como "La isla del tesoro", Walter Scott o Mark Twain y después llegaron la "Iliada" -a cuyo estudio dedicó tres años- y la "Odisea", "Moby Dick", "El Quijote" o "Pedro Páramo". Asegura que Azorín le marcó estilo y que la poesía de San Juan de la Cruz está entre sus predilectas. "Soy de los que tengo obras, no autores en la estantería". Bragado sacaría a colación que, en un momento de la novela, el protagonista cena con Borges.

Aunque estudió Arte y Cinematografía en la Universidad de Vincennes (París) y Domínguez asegura que sabe construir perfectamente un guión, le influyó más "Shakespeare que el cine", avanzó. Del autor británico más célebre de la historia indicó que "nos desvela la vida".