-Habla de poner en marcha medidas correctoras. ¿Cuáles serían?

-Tienen que ser globales. Hay que cambiar nuestra forma de vida porque es obesogénica, genera obesidad. Es un problema que transciende el ámbito sanitario e incluye políticas de todo tipo porque afecta a una gran parte de la población y conlleva una peor calidad de vida, tiene muchas cormobilidades, como hipertensión, colesterol alto, problemas reumatológicos y cardiovasculares y diabetes, aumenta el riesgo de cáncer, reduce la expectativa de vida y también supone un importante gasto sanitario. Uno de los mensajes que vamos a transmitir en el congreso es la importancia de implicar a las administraciones locales porque es necesaria una organización urbanística que facilite la vida en el entorno próximo de las personas, que se pueda ir a comprar o a trabajar andando y no en coche, por ejemplo. También hay que organizar el tiempo de las familias para que podamos dedicarle la atención que merece a la comida, que es algo que hacemos todos los días.

-¿Cree que los programas de cocina podrían ayudar?

-Debería aprovecharse ese boom porque ayudan a conocer los productos, cómo prepararlos y, aunque no lo parezca, a comer mejor. Pero no deben quedarse en la anécdota, tiene que ser algo que se incorpore a la vida diaria.