El Gobierno británico prohibirá la venta de perros y gatos de menos de seis meses para evitar su explotación y maltrato, una medida adoptada tras una campaña de los defensores de los animales. La decisión ha sido tomada por el Ministerio británico de Medioambiente, Alimentación y Asuntos Rurales (Defra) y se ha conocido estos días con motivo de las fiestas navideñas, la época del año en que más se venden mascotas, especialmente perros y gatos.

De acuerdo con ese ministerio, la decisión fue tomada tras una amplia consulta entre la población, que en su mayoría se mostró a favor de este paso a fin de acabar con las malas condiciones en que se encuentran muchos cachorros en algunas granjas. La medida supone que cualquier persona que quiera comprar un perro o un gato de menos de seis meses tendrá que hacerlo directamente al criador de los animales, con lo que se evita la venta por parte de intermediarios, en general considerados responsables de sacar a las mascotas de sus madres al poco tiempo de nacer y de someterlas a largos viajes hasta llegar al lugar de venta. Esa situación, según los defensores de los animales, puede contribuir a un mayor riesgo de enfermedad entre los cachorros.

La ley se llamará la Ley de Lucy, en homenaje a una cachorra de raza Cavalier King Charles Spaniel, rescatada de una "granja de cachorros" en País de Gales en 2013. La perra había pasado la mayor parte de su vida en una jaula, y sus caderas se habían fusionado debido a la falta de ejercicio. Una mujer, Lisa Garner, se la llevó a su casa, y sensibilizó a sus conciudadanos sobre el maltrato animal a través de las redes sociales.

Uno de los objetivos de esta nueva ley es frenar la explotación de los animales y el maltrato, poniendo "fin a las condiciones terribles en los criaderos de cachorros", que inundan el mercado, especialmente los muy grandes, algunos de ellos sin licencia. Además, las tiendas de animales solamente estarán autorizadas a tratar con refugios que respetan el bienestar animal, o directamente con los criaderos.