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Helena Cortés: "Me gusta traducir a los escritores difíciles y hacerlos asequibles al público"

"Queda mucha literatura alemana no traducida, incluso de los autores más conocidos"

// Marta G. Brea

Acaba de convertirse en el cuarto miembro español y el primero de Galicia de la Deutsche Akademie für Sprache und Dichtung, la academia de la lengua y literatura alemanas, que engloba, además de a filólogos y escritores, entre los que se cuentan las premios Nobel de Literatura Herta Müller y Elfriede Jelinek, a pensadores, como Jürgen Habermas y Rüdiger Safranski, y a los más importantes germanistas internacionales. Hija del catedrático de Filología Francesa Luis Cortés, fundador de la primera cátedra universitaria española de esta especialidad, y de Paulette Gabaudan, profesora francesa y gran promotora del teatro salmantino, Cortés Gabaudan aprendió a hablar francés al mismo tiempo que castellano. Sin embargo, decidió hacer Filología Alemana. Su primer contacto con esta lengua fue en la Universidad. Gran experta en el siglo XIX alemán, la institución germana homóloga de la Real Academia Española (RAE) la distingue ahora nombrándola académica de número, cargo del que tomará posesión el último mes del mes de mayo, en el lago de Biel (Suiza).

-Supongo que para un filólogo de alemán, ser miembro de la Deutsche Akademie für Sprache und Dichtung, la máxima institución del alemán, es el mayor reconocimiento.

-Sí. Es un enorme honor. La academia alemana es bastante grande, con casi doscientos miembros. Casi por defecto, todos los escritores famosos forman parte de la academia, pero además, obviamente, lingüistas, especialistas en la lengua de distintos tipos, y también otras personas que cultivan las letras, como filósofos e incluso músicos como Alfred Brendel.

-Al igual que ocurre en la RAE, la presencia femenina en la academia alemana es casi anecdótica.

-Ahora mismo no podría porcentuar la presencia femenina en la academia, aunque sí que es cierto que hay menos mujeres que hombres, una situación generalizada en todas las instituciones del mundo.

-Usted es su cuarto miembro español y el primero gallego.

-Sí, si entendemos por gallego vivir en Galicia porque soy gallega por afición, aunque no por nacimiento [nació en Salamanca]. Llevo en Vigo muchos años y es mi ciudad, aunque también he tenido estancias muy largas en Alemania.

-De 2005 a 2015 dirigió allí varias sedes del Instituto Cervantes.

-Sí, estuve dirigiendo el Instituto Cervantes de Bremen y desde allí fundé la sede de Hamburgo, que una vez creada, dirigí. Y después estuve un año dirigiendo el de Munich de forma interina.

-¿Qué aceptación tiene el español en Alemania?

-Es enorme. Una de las cosas a las que me dedicaba como directora era a firmar convenios con los ministerios de Educación de los lugares donde estuve para fomentar el español en las escuelas. Las cifras engañan y dan la impresión de que el francés tiene más demanda, pero en realidad la del español es muy superior. Hay más demanda de español que oferta pública, aunque esto se está paliando.

-En España también sube la demanda de alemán.

-Sí, aunque creo que el pico más alto ya pasó. Aquí es más bien por motivos profesionales porque dada la precariedad laboral, mucha gente ha puesto los ojos en Alemania, que ha hecho de nuevo un llamamiento para cubrir puestos de trabajo.

-¿Cuándo se inicia usted en el alemán?

-Soy bilingüe de nacimiento de francés por mi madre, que era francesa, y, obviamente, no iba a estudiar francés porque ya lo sabía, y el inglés estaba muy masificado. El alemán me interesó porque era algo muy minoritario, aunque no tenía ningún contacto con la lengua. Comencé a estudiarla desde cero en la Universidad.

-Es especialista en la literatura alemana del siglo XIX alemán. ¿Por qué le interesó esta época?

-Me interesa especialmente porque es cuando se forja la Alemania cultural que conocemos. Es un momento muy interesante tanto en filosofía como en literatura y arte.

-La literatura alemana es bastante desconocida en España...

-Sí. Queda muchísimo por traducir, incluso de los escritores más conocidos. Hay muchísimo potencial aún para difundir y extender esta literatura y es lo que yo me he propuesto y lo que trato de hacer.

-¿Cuántas obras ha traducido?

-No sabría decirle. Mi entrada en la traducción fue con la filosofía de Martin Heidegger, en colaboración con el que ha sido catedrático de Filosofía de la Universidad de Vigo, Arturo Leyte, y que fue mi marido. Comenzamos traduciendo las obras de este filósofo, que son muy difíciles porque él crea un lenguaje propio, una especie de jerga. Yo creo que una vez que has hecho esto ya puedes atreverte con todo. Después, me fui metiendo en la literatura del siglo XIX, con Goethe y con el poeta Hölderlin, que es a quien le he dedicado más estudio [su biografía "La vida en verso" fue elegida como la mejor de 2014] y cuya poesía también es difícil porque es muy filosófica. Me gustan los retos, los escritores difíciles, y tratar de hacerlos asequibles al público hipanohablante.

-Ahora trabaja en un proyecto contrastivo de las obras de los hermanos Grimm con el acervo folklórico del cuento español...

-Vamos a comparar sus obras con los cuentos populares españoles para ver similitudes y diferencias, y tratar de indagar si ha habido influencia de los Grimm en el folklore español o no, y al hilo de esto, investigar sus cuentos, que en España son muy poco conocidos porque casi nadie ha leído los originales, solo adaptaciones. Los Grimm hicieron siete ediciones. La primera no tuvo ningún éxito y a partir de la segunda y la tercera hicieron muchísimos cambios, por un lado para darles un estilo más literario pero también para adaptarlos a la moral de la época. Por ejemplo, transformaron a las madres en madrastras porque las familias burguesas no toleraban la imagen de una madre malvada que mata a sus hijos. Crearon un género literario para plasmar los cuentos de la tradición oral, que es el del cuento popular escrito y que es que ahora todos tenemos en la cabeza.

- ¿El cuento tiene la misma consideración que el resto de géneros?

-Tal vez en la calle se considere un género menor, pero entre los especialistas no. Y en Alemania a nadie se le ocurre hablar de un género menos para los cuentos de los Grimm porque son el canon literario alemán claramente.

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