El "Frankenstein chino" está en paradero desconocido. He Jiankui, el genetista que días atrás aseguró haber manipulado el ADN de dos bebés nonatos para hacerles inmunes al virus del sida, está ilocalizable desde que, el pasado miércoles, participase en el segundo Congreso de Edición del Genoma Humano, que se celebró en Hong Kong. Un encuentro científico en el que Jiankui defendió su experimento y reveló que había, al menos, otra mujer embarazada de un bebé modificado genéticamente para resistir al virus.

Jiankui reveló el nacimiento de los dos bebés modificados genéticamente mediante la técnica CRISPR/Cas9 el lunes de la semana pasada. Desde el primer momento, el experimento recibió el rechazo frontal de la comunidad científica internacional, mientras que la Universidad de Shenzhen, en la que trabaja el investigador, se desvinculaba del proyecto.

El científico, al que se tilda de "irresponsable", ha sido repudiado también por sus colegas chinos, y ha visto como el gobierno de la República Popular paralizaba su proyecto y anunciaba una investigación y sanciones a todos los implicados. Por su parte, el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, anunció ayer que expertos del organismo investigarán implicaciones éticas, sociales y de seguridad que puede entrañar el nacimiento de bebés modificados genéticamente.

En varios medios locales chinos se ha apuntado que el científico está en situación de arresto domiciliario, a donde habría vuelto a petición de la Universidad de Shenzhen. Un portavoz de la institución, no obstante, rechazó que el genetista haya sido detenido.

Entre las muchas sombras del caso, en China preocupa especialmente saber dónde realizó Jiankui sus experimentos y cómo los financió. El diario "South China Morning Post" ha constatado que Jiankui recibió, entre 2015 y 2016, 5,3 millones de euros en ayudas gubernamentales para sus investigaciones.