El evento iba a ser distinto. Todos los presentes (entradas agotadas) sabían que aunque acudían a la celebración de dos décadas de "Una semana en el motor de un autobús", la noche no comenzaría con la poderosa batería de Eric Jiménez, la química electrificada de Florent y Banin y el clásico "¡Un, dos tres y..." con el que Jota abre siempre "Segundo premio". Sabíamos que estábamos ante una representación especial y única que convertiría a la "orquesta química" en una orquesta camerística. Un quinteto de cuerdas y un piano de cola revistieron el toxicosmos planetario. ¿Casó bien el arreglo orquestal con el rock psicodélico de aquel álbum al que no le sobra una nota ni un arreglo?

Dado que el repertorio era obvio de antemano ("Una semana en el motor de un autobús" completo, a lo que se añadieron los bises, en los que sonaron "David y Claudia" y "De viaje" en un final apoteósico), lo que cabía conocer no era el cancionero, sino saber si esta celebración y la reinvención de las canciones del disco conseguía mantener la emoción sideral y la empatía total con el público.

Es habitual que en los bolos "normales" de Los Planetas, cuando suenan temas como "La playa" o "Cumpleaños total", el respetable enloquezca y se funda cantando (sin que la banda, siempre un diez en actitud, sea muy dada a pedir palmas, cantarelas o colegueos de postín a los oyentes). Son himnos a la juventud, el desamor y la toxicidad que han alimentado sueños, sufrimientos, esperanzas y coqueteos con el peligro de una generación entera, la que gastaba (como la banda) veinte primaveras en los noventa. Pues ciertamente la contención del formato "de cámara" no implicó distancia emocional de los fans.

Aplausos

El Mar de Vigo se fundía en aplausos casi en cada rincón que las canciones dejaban hacerlo, y hasta el recogido modo del formato tuvo que recibir los coros emocionados de la platea.

Es difícil, a estas alturas, asistir a un concierto planetario que no sea muy especial. Este lo fue. Especial y casi único (pocas plazas más tiene esta gira de cumpleaños total) por la ejecución detallista, la sonoridad orgánica de las cuerdas y unas proyecciones maravillosas del dibujante Max.