Un exprofesor del colegio religioso Gaztelueta, en Leioa (Vizcaya), acaba de ser condenado a once años de cárcel por abusar sexualmente de uno de sus alumnos, entonces de 12 años, hace ya casi una década. "Hemos visto la luz, ha salido la verdad y se ha hecho justicia", valoró Juan Cuatrecasas, el padre del joven, al conocer la sentencia, contra la que cabe recurso. En este caso intervino inicialmente el Papa Francisco, quien respondió a los padres con una carta de su puño y letra en la que les informaba que trasladaba toda la documentación a la Congregación para la Doctrina de la Fe a fin de que instruyeran el juicio canónico al educador y al colegio. Sin embargo, la Iglesia española dio carpetazo al asunto en su jurisdicción. Ahora los tribunales penales han dictado sentencia condenatoria. El educador sostiene que es inocente y que recurrirá.

El joven -representado legalmente por los abogados Luis Fernández García y Leticia de la Hoz- reveló a sus padres los episodios de índole sexual sufridos en el despacho del profesor José María Martínez Sanz, que ejercía de guía personal para contribuir a la mejora académica, personal, social y espiritual de cada alumno en este centro educativo gestionado por el Opus Dei. Todo ocurrió durante los cursos 2008-09 y 2009-10. Solo sus padres le creyeron y comenzaron a moverse. "Nos sentimos abandonados, muy solos", recuerda Juan Cuatrecasas. Escribieron al Papa Francisco en 2015 y lograron su compromiso personal de que se investigarían los hechos. Poco después, una persona designada por la Conferencia Episcopal se entrevistó con el estudiante, sin nadie más presente. Consideró que nada de lo que decía era cierto. Por ello se dio carpetazo al asunto por la vía eclesiástica.

La lucha de los padres no se detuvo pese a que la Fiscalía de Menores y la Fiscalía General tampoco vieran delito. Finalmente, y tras tres jueces de instrucción distintos -lo que obligó al joven a repetir sus traumáticas vivencias en varias ocasiones-, lograron sentar en el banquillo de los acusados a José Martínez Sanz. Ahora, y por unanimidad de sus tres magistrados, la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Vizcaya ha dado plena credibilidad al relato del joven.

"Estamos satisfechos porque después de años de lucha hemos logrado el reconocimiento y la reparación del honor de mi hijo, la sentencia es contundente", valora Cuatrecasas, que urge al centro y al docente a que rectifiquen. "Sus mentiras ya no las cree nadie", dice.

La relación de hechos probados en la sentencia indica que Martínez Sanz, valiéndose de su condición de docente y de su influencia, comenzó a llamar al joven a su despacho dos o tres veces por semana, cuando con el resto de alumnos la periodicidad era mensual. Primero se empezó a interesar por la vida sexual del alumno, que en aquella época tenía 12 años y cursaba primer ciclo de la ESO. Hubo preguntas de índole sexual antes de empezar los tocamientos. El primero fue a raíz de las notas del joven. Con el pretexto de consultarlas en su ordenador le dijo que se sentase sobre sus rodillas, pero al notar el pene erecto del docente, el chico "se sintió asustado, levantándose a continuación". El fallo relata más abusos.

El profesor condenado anunció ayer mismo que recurrirá la sentencia. De hecho, remitió una carta a los medios de comunicación manteniendo su inocencia.