Las hermanas viguesas Rosario y Dolores Miloro Costas heredaron tres fotos de su bisabuelo, Agustín Antolino: una en la que posaba con una condecoración en la chaqueta, otra con una embarcación de pesca, el laúd "Vicente Lacomba" del que era patrón y la tercera, con la tripulación del barco. Durante décadas, aquellas imágenes vivieron despegadas de la memoria, sin más datos que un relato oral de su abuela -la hija de Antolino- que aseguraba que él había participado en un heroico salvamento en el Mediterráneo. Una investigación les desvelaría recientemente que, en efecto, su bisabuelo fue condecorado por su actuación en un naufragio, considerado como la mayor tragedia de la historia de la navegación civil acontecida en las costas españolas y que se cobró, al menos, 242 muertes.

"Escuchamos la historia, pero no sabíamos ni siquiera el nombre del barco? hasta que José Luis Mateo [historiador del Instituto de Estudios Vigueses] encontró los apellidos de mi bisabuelo en un blog. Entonces, ese relato difuso, que no estaba explicado al detalle, cobró sentido. Nos enteramos de aquella gran historia que ocurrió el 4 de agosto de 1906, solo seis años antes del hundimiento del Titanic", relata Rosario Miloro.

La escritora, biznieta de uno de los protagonistas de aquel rescate, ha partido de este suceso para contar una historia en la que se entrelaza realidad y ficción. La novela "Náufragos" se presentará hoy (19.30 horas) en la hemeroteca de la Escuela Oficial de Artes y Oficios de Vigo. Era "una deuda pendiente" que la autora tenía con sus antepasados.

Pero los hechos verídicos que han quedado al descubierto son interesantes per se en un lugar como Galicia, que registró el naufragio del vapor "Santa Isabel" en 1921 frente a las costas de A Coruña en el que murieron 213 personas.

Pues bien, aquel día de agosto de 1906, frente a las costas de Cartagena se produjo aquel dramático percance. El transatlántico a vapor italiano, "Sirio", un buque de 115 metros de eslora, 13 de manga y con capacidad para 1.300 pasajeros, que hacía la ruta entre Génova y Buenos Aires, con escala en Barcelona y Cádiz, naufragó en el cabo de Palos, frente a las costas de Cartagena.

Se estima que viajaban a bordo 765 pasajeros y 127 tripulantes. La prensa elevó la cifra de muertos a 242, pero el barco solo contaba con un registro de aquellos pasajeros que habían embarcado legalmente. Por lo que el número de fallecidos nunca se podrá determinar. ¿Por qué?

El historiador José Luis Mateo pone de relieve que ese hecho terrible "desveló algunas malas prácticas que las compañías navieras llevaban a cabo para beneficiarse de la emigración a América a finales del siglo XIX y principios del siglo XX". "El embarque de pasaje ilegal, mediante el pago de sobornos a las autoridades del puerto o a los tripulantes de estos grandes vapores era una de esas prácticas lucrativas", sostiene.

Similitud con Costa Concordia

La primera parada no oficial del Sirio fue en Alcira y aquel fatídico día tenía previsto embarcar más emigrantes ilegales en Águilas, Almería y Málaga. A pesar de que el día era apacible, entorno a las cinco de la tarde el barco encalló y el casco se quebró en los bajos de las islas de Hormigas, próximas al Cabo de Palos. La proa quedó fuera del agua y la popa sumergida en pocos minutos.

Parece que la historia está condenada a repetirse, porque el abandono del barco que describen a principios del siglo XX es similar a los hechos por los que fue condenado recientemente el capitán Francesco Schettino, por el naufragio del Costa Concordia. Idéntico el caso del "Sirio", el capitán de la nave, Giuseppe Piccone, embarcó en un bote, sin socorrer al pasaje.

Y, aunque hubo varios vapores, el "Umbría" y "Marie Louise", que presenciaron lo sucedido en el Cabo de Palos, aquel fatídico 4 de agosto de 1906, los protagonistas del rescate de los náufragos fueron sencillos pescadores que, con sus pailebotes, faluchos y laúdes, organizaron y materializaron el salvamento de una forma heroica y valiente. "Vicente Buigues Ferrando y Agustín Antolino, fueron condecorados por este acto con la medalla de oro y plata de salvamento de náufragos", corroboran sus ahora sus familiares. En efecto, la ceremonia tuvo lugar el 13 de agosto de 1906 en la sede de la Capitanía General de Cartagena. Asistieron al acto el capitán general, marqués de Pilares, y el alcalde de Cartagena, Rafael Cañete.