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Nicolás Palanca Castán: "La retina es una ventana al cerebro que nos puede dar pistas sin causar daños"

El biólogo vigués intenta detectar el alzhéimer a partir del reflejo pupilar de roedores en el Centro de Neurociencia de la Universidad de Valparaíso

El biólogo vigués, en el impresionante paraje de San Pedro de Atacama.

El degú, una especie de roedor endémica de Chile, es muy apreciado como mascota por su gran sociabilidad. Pero también podría ayudar a detectar el alzhéimer en sus etapas iniciales. El Centro Interdisciplinario de Neurociencia, de la Universidad de Valparaíso, cuenta con una de las pocas colonias de laboratorio en el mundo y el biólogo Nicolás Palanca (Vigo, 1987) busca la manera de distinguir qué ejemplares podrían padecer la enfermedad a partir de su reflejo pupilar.

Llegó al país andino en mayo de 2017 tras estudiar durante casi cinco años en la universidad alemana de Oldemburgo, donde obtuvo su doctorado, los circuitos neuronales de localización de sonidos en pollos y en lechuzas. "Mis estudios siempre han estado relacionados con los sentidos, porque son lo primero que cambia cuando los animales se adaptan al entorno y evolucionan. Son su forma de relacionarse con el mundo", destaca.

Su proyecto personal, para el que ha conseguido una prestigiosa beca del gobierno chileno, podría ayudar a diagnosticar el alzhéimer de manera precoz: "Los degús viven mucho tiempo, entre 8 o 9 años en el laboratorio, y también desarrollan esta patología. Las células de la retina son las primeras que se degradan y busco un método sencillo e inofensivo para distinguir qué ejemplares están enfermos mediante el análisis de su reflejo pupilar, es decir, de la contracción de su pupila en respuesta a la luz".

"La retina es una ventana al cerebro, forma parte de él y nos puede dar pistas de una manera no invasiva, sin causar daños. Por eso se está estudiando mucho y hay estudios muy recientes que apuntan a fallos en el reflejo pupilar para diagnosticar alzhéimer y párkinson. Además sus células también controlan los ritmos circadianos, de mucho interés actualmente porque su punto máximo de sensibilidad es el azul de las pantallas LED, cuyo uso podría estar causando problemas de descanso y sueño", comenta.

En ambos casos, el degú es muy interesante por su mayor proximidad al ser humano. "Es sociable, diurno y bastante inteligente y además desarrolla alzhéimer de forma natural, mientras que los ratones precisan de una modificación genética. Lo interesante de estudiar otros modelos animales es que pueden dar lugar a líneas alternativas de choque frente a las enfermedades. Desde mi punto de vista, en la ciencia es vital la comparación entre distintas perspectivas".

La colonia de degús del centro supera el centenar de ejemplares y Nicolás destaca las elevadas garantías bioéticas de su institución, así como el hecho de que en ciencia los experimentos siempre estén orientados a "lograr un beneficio para todos". Aún así, valora las protestas de los activistas: "Aprecio que estén ahí dando caña porque ayudan a mejorar los sistemas de control y buscar métodos alternativos. A ningún investigador nos gusta sacrificar animales y es importante que la conciencia vaya en aumento".

En su centro trabajan una veintena de grupos que comparten "material e ideas", generando "muchas posibilidades" de avance en el conocimiento. "Es relativamente nuevo y tienes la sensación de estar construyendo algo. Los fondos son limitados, pero si se le pone entusiasmo se consiguen cosas. Nuestro laboratorio es uno de los pocos en Sudamérica que tiene un dispositivo de multielectrodo, algo que en Europa no es muy especial, para grabar la respuesta de muchas neuronas y analizarlas en supercomputadores", comenta.

Y es que la diferencia de recursos frente a su anterior destino es evidente, pero también de caracteres: "Los chilenos son muy parecidos a los españoles. Tienen un gran sentido del humor y nos reímos de los mismos chistes. Es un buen país para vivir. En Alemania es más difícil hacer amigos pero también son buena gente y buenos trabajadores".

Nicolás también está disfrutando de su "patrimonio natural inigualable" y espera quitarse en breve "la espinita de la Patagonia". Por ahora, no se plantea regresar a España, aunque en verano no perdonará el Festival de Ortigueira: "No es que tenga una visión catastrofista de la ciencia, pero es difícil volver. Mi novia está ahí y se hace duro, pero mi teoría es que hay que regresar bien, no para servir copas".

La biología fue su elección desde crío, cuando acompañaba a su padre, profesor de la universidad viguesa, en sus salidas al campo: "La casa estaba llena de libros de animales y ahí le pillé la afición". Y ahora que participa en actividades de divulgación revela entre risas lo útil que le resulta la carrera: "Me viene muy bien para hablarles a los niños de los dinosaurios y el megalodón".

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