José Ramón Ubieto aseguró que siempre que alguien le pregunta si su infancia fue feliz responde: "Tuve una infancia larga para pensar en cómo iba a salir de ella y pasar a la edad adulta. Y la tuve porque me crié en un pueblo y no había un especialista en 50 kilómetros a la redonda, por suerte para mí, porque era bastante trasto, y con seguridad me hubieran diagnosticado una TDH". Ahora, sin embargo, se escudriña al milímetro la infancia y la pubertad, y en numerosas ocasiones se catalogan como patologías problemas evolutivos. "No hay nada de raro en que un niño ande a los dos años y otro con dos y medio no lo hagan. Lo más probable es que cuando tengan seis años los dos estén al mismo nivel. Cada niño tiene un proceso evolutivo distinto, pero esto no siempre es visto así", comentó.

En su opinión, hay una tendencia a adelantarse a los procesos naturales que no beneficia ni a padres ni a hijos. "Los padres quieren aplicar el management de la empresa a la crianza de los hijos, y los cargan de actividades porque creen que estos aprendizajes les servirán. Hasta los enseñamos inglés antes de nacer a través de audios. Nos queremos adelantar a los tiempos como si la infancia fuera una pérdida de tiempo", dijo.

También se refirió a la crisis de identidad que sufren los padres y madres del siglo XXI, una vez superado el modelo de autoritarismo. "Los padres tienen que olvidarse de ser querer ser perfectos y abarcarlo todo. Un padre perfecto es lo peor que puede pasarte. Las imperfecciones de los padres tienen que ser ventajas para el hijo. El padre, como dice Lacan, es una herramienta, algo que se hace para acompañarte en la vida. Un buen padre es el que te da soluciones, no al que tienes miedo", afirmó.