Juan Carlos es un niño de 10 años que no dudó en realizar una carta que se convertiría en un fenómeno social al reivindicar que su tartamudez no es para él un problema, todo lo contrario. "A mis padres tampoco les importa y a mi profesora tampoco", remarca.

Y se atreve a señalar el bullying y cómo la sociedad ve a un niño tartamudo. Este el texto completo de la carta que ha dado la vuelta al planeta gracias a las redes sociales:

"Que yo recuerde, mi tartamudez empezó con 4 años. A veces, se chulean de mí, pero a mí la tartamudez me parece algo único que muchos niños no tienen. La tartamudez me suele pasar cuando estoy nervioso o cuando me pongo histérico. A mis amigos y a mi hermano no les importa que yo sea tartamudo. A mi no me parece que la tartamudez se algo malo cuando alguien me pregunta, yo le digo tan feliz, que soy tartamudo.Los que se chulean suelen (siempre son) los de la E.SO., pero a mi me sale por un oído y me entra por otro. Ninguna clase de quinto, que es el curso en le que estoy, se chulea de mi, ni se ríe. Así que me siento muy a gusto en mi colegio. A mis padres tampoco les importa y a mi profesora tampoco.A mi me gusta mi tartamudez pero aún así me llevan mis padres a un logopeda para intentar que la tartamudez se controle un poco y pueda hablar mejor. "

#YoNoMeCallo, la tartamudez arrasa en las redes sociales

"Hola, soy Miriam, tengo 19 años tartamudeo y #YoNoMeCallo", así comienza el anuncio de la campaña de sensibilización que lanza la Fundación Española de la Tartamudez con motivo del Día Internacional. Miriam, tras participar en el último año de instituto en una obra de teatro, decidió que no iba a volver a callarse y comenzó a sentirse "más feliz, más valiente y más fuerte" y "con ganas" de enfrentarse a la vida "con alegría y optimismo". Por ello, exige apoyos a los jóvenes con tartamudez para que no tengan miedo a expresarse.

La Fundación Española de la Tartamudez reclama medidas integrales que sirvan para terminar con el acoso y las burlas que sufren los estudiantes con tartamudez en el entorno escolar, algo que afecta en torno al 81% del alumnado con tartamudez.

Para la Fundación Española de Tartamudez, todavía hay "mucha" desinformación y "muchos" profesores no cuentan con herramientas suficientes para apoyar a los escolares con tartamudez para que su infancia y adolescencia no se convierta en un "infierno".

La logopeda del Centro de Lenguaje y Desarrollo de Vigo, Paula Ramos, explica que cada vez detecta una mayor preocupación entre los padres cuando, entre los 2 y 3 años, con la explosión del lenguaje, se produce una tartamudez en el niño que normalmente es una "disfluencia fisiológica".

"Su pensamiento va más rápido que el habla y podría tener problemas de ritmo", indica Ramos, "pero ahí es más importante tener mucho cuidado de no llamar la atención del niño sobre ese comportamiento. Lo que hacemos es dar pautas a los padres sobre cómo intervenir".

La experta apunta a consejos como dejarlo siempre acabar de hablar y enunciarle las frases más despacio. "Si persiste a partir de los 5 o 6 años, es probable que se cronifique", asegura. No se ha hallado un origen claro, por el momento, de esta anomalía de la dicción.