El desayuno es una comida fundamental y desde hace años, numerosos estudios vinculan el no desayunar con un exceso de grasa y otros trastornos asociados, por lo que su promoción ya se está utilizando como parte de la estrategia de prevención de la obesidad. Sin embargo, no vale con cualquier cosa. Su calidad nutricional también influye en un mayor o menor riesgo metabólico y cardiovascular en niños con sobrepeso, incluso en aquellos que cumplían con las recomendaciones diarias de actividad física, es decir, sesenta minutos en actividad moderada a vigorosa. Esta es la conclusión del estudio que publica la revista "Nutrients" y del que se hace eco la agencia SINC, realizado por un grupo de investigadores del Instituto de Innovación y Sostenibilidad en la Cadena Agroalimentaria (IS-FOOD) de la Universidad Pública de Navarra (UPNA).

Tras evaluar los hábitos dietéticos de 203 menores en edad escolares de 8 a 12 años con exceso de peso, las autoras del estudio observaron que un 13% no desayunaba a diario y que los que consumían desayunos con peor calidad nutricional y con mayor densidad energética (entendida como más cantidad de calorías por gramo de alimento) tenían mayores niveles de colesterol y de ácido úrico en sangre, así como una mayor resistencia a la insulina.

"Cerca de un 25% de las personas que vienen a consulta no desayuna o solo toma un café. Si los padres no desayunan, esta costumbre se perpetuará en los niños porque estos copian lo que ven mucho más que lo que están obligados a hacer", advierte la nutricionista viguesa Amil Viéitez.

Para esta especialista, el estudio de la UPNA no hace más que reforzar otros estudios anteriores que ya ponían el acento en la importancia del desayuno, especialmente en los más pequeños. "Si tenemos niños con el colesterol alto, estamos favoreciendo que en la edad adulta, incluso en la adolescencia, tengan colesterol alto, hipertensión arterial, sobrepeso y tengan un alto riesgo cardiovascular, pero realmente el problema es metabólico porque lo que estamos haciendo es que sean prediabéticos", afirma Viéitez, que recuerda que Galicia es la comunidad con mayores índices de sobrepeso infantil. "Lo que estamos haciendo es que ese niño gordito sea un adulto enfermo. La alimentación de los niños es directamente proporcional a la salud del adulto, por lo que es la mejor inversión que puede hacer tanto la Administración como las familias y los centros educativos", manifiesta.

La nutricionista apoya la conclusión del estudio, que aboga por promover la dismunición del consumo de alimentos de alta densidad energética, como los productos ultraprocesados. "Lo mejor es no consumir nada que venga embolsado y recurrir a productos frescos de temporada, como la fruta, mejor entera que en zumo; hidratos de carbono no procesados, como un buen pan, y alguna fuente de proteína, dependiendo del gusto de cada uno: jamón, pechuga de pavo, queso, que además es una fuente de calcio y vitamina B, frutos secos...", apunta la especialista, que matiza que muchas veces ya no es tanto la cantidad de grasa que aportan estos alimentos, sino los azúcares que contienen.

Según Amil Viéitez, lo ideal es que el desayuno contenga el 20% de las calorías diarias. "Así garantizamos que los niños, que tienen un alto nivel de demanda de energía, tanto físico como intelectual, estén bien nutridos. De lo contrario, rinden menos en el colegio, tienen mayor déficit de atención, hiperactividad, y menor capacidad de memoria y concentración", explica.