"Frida supo poner en práctica un feminismo totalmente femenino. Su mensaje es maravilloso porque demostró, no solo que la feminidad y el feminismo son compatibles, sino que se refuerzan mutuamente", aseguró la periodista y exdirectora de la revista "Elle" en España, Susana Martínez Vidal. "Ese mensaje quedó sepultado durante los años 70 por una corriente más beligerante pero se ha recuperado con el movimiento #Me too, los millenials entre otros. Hay un acercamiento más natural y ahora que, por fin, esos dos mundos se han dado la mano, caminan con mucha más fuerza", aseguró la escritora durante su conferencia "Frida Kahlo: La Gran Visionaria (Por qué hoy está más viva que antes de morir)" en un abarrotado Club FARO.

Y esa reflexión llegó a raíz de una pregunta de la presentadora, catedrática de Filosofía y profesora, Mercedes Oliveira Malvar, que se interesó por la visión de la artista desde la óptica del feminismo. "¿Como Frida, en un entorno como el México de principios del siglo pasado, con una madre tan católica y familia conservadora, se ha convertido en una mujer autoafirmada, autónoma y segura de sí misma, que es un icono para jóvenes feministas de las que podría haber sido tatarabuela?". Martínez Vidal describió a una Frida Kahlo pionera en el personal brand (marca personal, en inglés), ya que se halló en la recámara de su cuarto de baño un lápiz negro de Revlon con el que se remarcaba su unicejo y que hoy se expone en un museo de Londres. "Ese lápiz representa que remarca su aparente defecto, porque formaba parte de su personalidad y, al final, los defectos pueden ser bellos". Y también pionera en las autofotos. "Fue la primera reina del selfie", explicó Susana Martínez, porque "en su cama en La Casa Azul -en la que nació, vivió y murió en México- sus padres le instalaron en el dosel un espejo y caballete para que pudiera pintar, e hizo sus primeros autorretratos", alegó. La estudiosa de la obra de Frida trató de explicar que si la moda se "enamoró de ella", no fue para poner de moda sus huipiles ni faldas holgadas. "Estoy convencida de que los jóvenes han descubierto el legado de la pintora, sin ninguna finalidad comercial; un mensaje de fuerza a las mujeres, el reto de trascender".

Reparó Martínez Vidal en la evidentemente dramática biografía de la artista, que sufrió poliomielitis en la infancia y un accidente de tranvía en el que un hierro le traspasó el abdomen, obligándole a más de treinta operaciones y a pasar largos períodos de vida enclaustrada por corsés (de hierro, de yeso o de piel) además de impedirle ser madre. "Que el dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional fue otra de las enseñanzas que nos legó", defendió Susana, que reconoció que Frida sufrió tres abortos durante su matrimonio con Diego Rivera.

La autora de "Efecto Frida" abordó la figura de la artista mexicana desde diferentes prismas; comenzando por la "flor en el ojal" del reconocido pintor Diego Rivera, con quien se casó y mantuvo una relación muy abierta, haciendo gala de que "la lealtad no tiene nada que ver con la fidelidad"; como rompedora en su libertad sexual. También a una Frida moderna en su diseños para vestir, heredera de un vestuario en el que había legados indígenas mexicanos y europeos, de la familia de su padre alemán. Y a una autora, marcada por el dolor, que confeccionaba coronas florales que cultivaba en su propio jardín,. También a la que diseñaba sus propias joyas: feminista y femenina.

Esa parcela ha sido, quizás, una de las más relevantes para la autora: "La moda la resucitó para regalarle la gloria que no tuvo en vida", sentenció Susana Martínez. En efecto, durante el diálogo con Mercedes Oliveira, ambas repararon en la idea de que Frida estaría asombrada si viera la repercusión que hoy en día ha tenido su vida y obra. Pintó unos 150 cuadros, mientras que la prolífica actividad de Diego Rivera pudo sumar varios miles.

Otros capítulos como su affaire con León Trotski -entre otros romances lésbicos como, supuestamente, con Chavela Vargas-, también fueron desgranados por Susana Martínez que desveló, no obstante, "que dejaba bordados mensajes de amor en las almohadas de Diego Rivera". La infidelidad del pintor mexicano con la predilecta hermana de Frida fue otra espina clavada en el alma de la artista, a quien Martínez Vidal definió como "comunista de guante blanco", con varias referencias al uso de carísimos cosméticos como su clásico perfume.