Con la experiencia que le aportan años como profesora de todas las etapas y una vida consagrada a la innovación educativa desde la premisa de las emociones, Mar Romera subrayó la importancia de transformar la educación, "pero no cambiar por cambiar sino manteniendo los conceptos básicos con un objetivo común que es la infancia". "Solo con tocar el corazón de un niño ya habremos cambiado el mundo", aseguró para pedir una mayor implicación humana con más emoción e imaginación por parte de los docentes.

"No necesitamos buenas leyes, necesitamos buenos maestros", subrayó la autora de un modelo pedagógico centrado en desarrollar las capacidades, las competencias y el corazón. Así, instó a los asistentes, en su inmensa mayoría educadoras, a trabajar desde ya, sin encomendarse a futuras reformas. "Nuestros niños tienen un defecto impresionante y es que crecen, estoy harta de innovar poco a poco, los niños nos necesitan ya este lunes", instó para recalcar que "la educación necesita un único y gran mensaje: el objetivo son los niños del presente, no los del futuro".

Fan declarada de la saga literaria de Harry Potter - "mis hijas me dicen que soy una friki, a mí me gusta decir que soy una experta"-, Romera puso como "ejemplo" de la escuela del futuro a Hogwarts (el castillo donde estudian los protaginistas de la saga de J.K. Rowling) en contraposición a una "hipertecnológica". "Hasta 2025 estaremos introduciendo las tecnologías en los centros y a partir de ahí nos dedicaremos a sacarlas porque, entre otras cosas, la escuela debe estar pensada para compensar lo que no se da de manera natural: juego y riesgo. Ése es el cole que quiero. Yo quiero que el cole sea Hogwarts, que pase la 'magia', que el protagonista sea el niño, que se equivoque, que corra riesgos, que se pregunte, que tenga equipos", indicó Romera. Así, hizo hincapié en que "lo más chulo de las pelis pasa en las horas libres, pero nuestros niños no las tienen, están sin nada que contar". A ese respecto, aclaró que tras 4.000 entrevistas a alumnos con la pregunta ¿Qué has hecho hoy?, la gran mayoría contestó "igual que ayer o, lo que es peor, nada".

Y es que pese a las analogías a la saga literaria de corte fantástico, introducidas para dinamizar su discurso, la propuesta metodológica de Romera tiene una base firmemente asentada, con referencias que van desde Aristóteles o Darwin hasta Roberto Aguado o Francisco Mora, pasando por Peter Salovey y John Mayer, que en 1990 acuñaron el término inteligencia emocional.

Surgió en 2007 y se basa en la educación con tres Cs: capacidades, competencias y corazón. Firme defensora de clásicos como Tonucci, Freinet o Malaguzi, rechaza los "gurús" que se basan en modas. "Si hay que ponerle ing al final de las palabras para que suenen mejor, yo propongo el dancing, el piensing y el sienting", ironizó.

"La imaginación y la emoción siempre ganan a la razón", destacó en varias ocasiones la pedagoga, que al respecto de la primera C, de "capacidades", recordó que "ya se ha demostrado que podemos modificar el cociente intelectual". "La mejor Física se da con un taller de bicicletas", puso como ejemplo Romera, que apuntó que "hay que educar desde las fortalezas, no desde las debilidades" y puso como reto el agrupar alumnos de diferentes edades y condiciones, que los profesores se mantengan durante la misma etapa, que los espacios se reorganicen o que los docentes dispongan de más tiempo en lugar de clases de 45 minutos.

Al respecto, hizo hincapié en el papel que tiene el docente al aseverar que los alumnos "no aprenden nada de lo que les enseñamos, nos aprenden a nosotros". Los niños, recalcó, no aprenden en situaciones de estrés o miedo sino cuando sienten curiosidad, seguridad o admiración. En cuanto a las "Competencias", Romera destacó la importancia de que tengan su propia autonomía, que sepan elegir y trabajar en equipo.

Autora de varios libros -el último de ellos, "La familia, la primera escuela de emociones"-, Romera estremeció al público al recordar que el suicidio es la primera causa de muerte entre los varones de 15 a 29 años y que la cifra duplica la de los fallecidos por accidente de tráfico. Han aumentado la anorexia, la bulimia y los embarazos no deseados y bajado la edad de tratamiento de la depresión infantil. "Hay niños de 6 años con depresión y estrés y uno de cada cinco menores precisa tratamiento psicológico o psiquiátrico", afirmó para acto seguido apuntar que eso significa que, de una clase de 25, cinco tienen un problema.

"Son esos los datos y no los del informe Pisa los que hay que repensar", recalcó la experta, que indicó que las causas de todos esos problemas son que los niños "están sobreprotegidos, sobreestimulados, sobrerregalados, determinados por la inmediatez y los consideramos nativos digitales pero son huérfanos digitales", afirmó la experta, que aseguró que "todo se solucionaría si se escuchase a la infancia".

Se trata, aclaró, de que reciban una educación emocional (o del afecto) y, por otra parte, una educación afectiva. "La inteligencia emocional se fundamenta en pensar lo que siento para poder controlar mis emociones", sintetizó. Esas emociones, añadió, "no son buenas ni malas" por lo que los niños debe aprenderlas para poder usarlas adecuadamente. Miedo para aprender a conocerse, rabia para regular la energía, sorpresa para dar permeabilidad a todos los sentidos, culpa para saber perdonar a los demás y a uno mismo, asco para rechazar lo nocivo y aprender a elegir, tristeza, curiosidad, admiración, seguridad... "y todo ello sazonado con un poco de alegría, un poco, que el colegio no es un parque de atracciones". "Y se puede hacer ya, con un cuento, con un vídeo... hay muchas posibilidades", recalcó.

"El hombre es el único animal capaz de emocionarse con la imaginación", recalcó la experta, que finalizó su intervención asegurando que "poco a poco, pero muy rápido, vamos a cambiar el mundo". Tras casi dos horas, en la última de las conferencias del II Foro de Educación, el público despidió a Romera poniéndose en pie con una gran ovación.